jueves, 22 de mayo de 2008

Hielo y fuego






Amor,
calma esta fiebre que me trae loca,
este calor que en mí arde y mis entrañas devora,
cruel febrícula en mi piel, llama intensa y desoladora,
el fuego vivo que no sé apagar.

No lo dudes y déjame fría; levanta mi piel con tus besos,
sé bloque helado erizando la carne que quieres tomar.
Sé el hielo que esto atenúe, agua gélida que me ha de salvar,
y haz que olvide este fuego infame
que asola mi alma y me hace estallar.

4 mordiscos a esta cereza:

Anónimo dijo...

Siempre, y digo siempre, que leo tus escritos me digo: esto, ¡esto! es lo que siento...
Gracias por hacer que pueda ver escritos mis pensamientos.

Belén Peralta dijo...

Mi querida Ana... Sé que eres una de las incondicionales de las Cerezas, y de verdad que no sabes la alegría que me da saberlo y verte por aquí... Tampoco sabes qué alegría me ha dado leerte y saber que lo que escribo te llega hasta tan dentro. Son unas palabras preciosas las que has puesto en tu mensaje. No sé apenas ni qué decir.

Es una justísima recompensa para una persona a la que, como yo, le gusta tanto escribir: emocionar a su lector.

Gracias, Ana. Te mando un beso muy fuerte de cereza bien dulce.

B.

Anónimo dijo...

Guinda, siempre se tiene una historia en común con las personas. De mi abuela (también materna) recuerdo cosas muy similares a las que recuerdas.

De lo que escribes, puedo decir que me encanta tu manera de expresar lo que el corazón y el cuerpo sienten.
Un gran abrazo y no olvides dejar tu recuerdo en mi blog.

Belén Peralta dijo...

Muchísimas gracias, Lunática. Te mando un beso muy grande desde España y por supuesto que me he pasado y seguiré haciéndolo por tu bonito blog.

B.

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