viernes, 7 de mayo de 2010





Amigos, particularmente a los gaditanos:

Os invito a que me acompañéis mañana a la firma de mi libro en la XXV Edición de la Feria del Libro de Cádiz. Recorrido sentimental por la ciudad de Cádiz (Ediciones Absalon), prologado por el periodista Carlos Herrera, es mi primer libro y ya va por su tercera edición. Para mí es un orgullo volver a firmar ejemplares del mismo, tal y como hiciera en 2008.

En aquel caso fue gracias a la gentileza de la magnífica librería Manuel de Falla (Plaza de Mina, Cádiz), y ahora en 2010, gracias a la también excelente librería Quorum (Ancha,27, Cádiz). Podréis encontrarme por tanto en la caseta de Quorum de 19.00 a 21.00 horas, donde gustosamente firmaré ejemplares de mi libro.

Si alguno de vosotros está interesado en adquirirlo, podéis preguntar por él en vuestra librería habitual, o bien comprarlo a través de la web de la editorial, y si lo indicáis en Observaciones, os lo firmo con muchísimo gusto. :-)))) Sólo hay que pinchar aquí.

Otros autores de Absalon que van a firmar en la Feria son:

Rafael Sierra (Once minutos. La historia de Adolf Hitler y George Esler), que ha firmado hoy por la tarde y lo hará también el próximo día 14, de 19.30 a 21.30 horas.

Daniel Heredia (La sombra vencida), el domingo 9 de mayo, de 12.00 a 14.00 horas.

Javier Castro (El Ritual.Proyecto UR-21 y Los diablos del mar.La odisea de la Burla Negra), el sábado 15 de mayo, de 19.00 a 21.00 horas.

Si deseáis más información sobre estos autores y sus libros, y sobre las novedades de Absalon, pinchad aquí. Además, en el apartado Noticias encontraréis amplia información sobre las presentaciones y novedades de nuestros lanzamientos editoriales, mucha de esta información grabada con mi propia voz.

Os espero con los brazos abiertos y deseando que disfrutéis de todas las novedades de la Feria, ubicada como todos los años en el Baluarte de la Candelaria, entre hoy día 7 y el 16 de mayo, dedicándose este año al gran poeta Miguel Hernández.

martes, 27 de abril de 2010

Lágrimas negras



No puedo. No puedo soportarlo. No soporto no poder contarte mis cosas, no poder verte, no poder consolarme en ti, no poder bañarme en tus palabras, en tus consejos, en tu respiración de siempre, en tu respiración forzada de las últimas semanas. Quiero que vuelvas, mamá.

No soporto estas lágrimas negras que me duelen como mil puñales, que anegan mi rostro, inexorables, mientras esto escribo. Te encantaba, al igual que a mí, que escribiera, pero hoy, si no fuera porque con ello me desahogo, también lo odiaría, como odio esta noche todo lo que me rodea. Quisiera darle mil patadas al mundo y huir, huir, huir...


martes, 20 de abril de 2010


Pepe y yo en el verano de 1987, en los estudios de Radio Cádiz SER. La foto, detrás, tiene una dedicatoria de él que dice: "Para mi entrañable compi Belén que es cantidad de buena gente. Pepe Benítez".





Hoy la radio gaditana está de luto. Y mi corazón, con ella.


Cuando entré a trabajar como locutora en Radio Cádiz en 1984, con unos escasos 16 años, poco podía imaginarme que aquel señor que yo oía en la radio a diario, y sobre todo en la época de carnavales, iba a convertirse en poco tiempo en mi mentor, en mi Maestro -así, con mayúsculas-, en mi confidente y en mi amigo. Pepe Benítez, con su cigarrillo siempre en la boca, ese mismo que le mató, como acertadamente describía mi querido José Antonio Hidalgo en su obituario sobre Pepe, fue mi auténtico Maestro. Era la radio de Mary Carmen Coya, Juan Manuel Pedreño, Inés Alba, Antonio Yélamo, Arturo y Mario Paramio, José Luis Ariza, los "novatillos" José Antonio Hidalgo y Pepe Monforte, y mis compañeros de Los 40 Principales, entre ellos Manolo Casal. Pero había vida profesional más allá de Los 40 Principales, y de la mano de Pepe Benítez, simultáneamente, empecé a recorrer en la Onda Media el fascinante mundo del flamenco, los magacines radiofónicos, las entrevistas, y, sobre todo, del carnaval, que en parte ya conocía por la trayectoria de mi padre, José Peralta. Yo era en 1987 una chiquilla de poco menos de 20 años que sustituía a Pepe Monforte en el inalámbrico, tanto en el Gran Teatro Falla como en la Ostionada, la Erizada, la cabalgata... y Pepe fue quien me enseñó absolutamente todo. De su mano aprendí a manejarme con soltura dentro del masculino mundo radiofónico del carnaval (ahora hay más chicas en el Falla, pero entonces éramos sólo dos o, como mucho, tres, y no digamos en micrófono inalámbrico, creo que yo estuve unos años sola). Formábamos una curiosísima pareja: yo, tan alta, tan niña, tan inexperta. Él, bajito y con la madurez que le daban los años y la profesión. Siempre me repetía sonriendo: "Belencita, la veteranía es un grado". ¡A cuántos colacaos me invitó en el California antes de empezar las sesiones de Carnaval en el Teatro Andalucía, mientras se remodelaba el Falla! ¡Qué sensación la primera vez que me dijo que le sustituyera en el micrófono fijo y dejara de hacer inalámbrico durante un rato, tanto en el Falla como en la Erizada, mientras él se fumaba un pitillo o presentaba a las agrupaciones en el tablao! En aquella época conocí a un jovencísimo Juan Manzorro que también daba sus primeros pasos con el inalámbrico de Antena 3, y del que sé porque me lo ha dicho, que siente la misma pena que yo porque Pepe, nuestro Pepe, se nos ha ido.

Me enteré de su fallecimiento a las ocho de la mañana, ya en el trabajo, y por circunstancias laborales me fue completamente imposible asistir, tal y como hubiera deseado, a su responso. Emocionalmente no estaba preparada, pues mi maravillosa madre, a la que él por cierto entrevistó para un espacio que me dedicó ("Dulces recuerdos" se llamaba, en el que hacía un repaso de mi carrera radiofónica hasta entonces), falleció hace un mes escaso y precisamente fue velada en el mismo tanatorio. No, quizá no estaba preparada, pero deseaba compartir esa pena y este disgusto tan grande con aquellos que tanto le quisieron y que tantas horas, como yo, trabajaron a su lado. Las circunstancias de la vida hicieron que la última vez que supe de Pepe fue en estos Carnavales, cuando me enteré de que estaba muy mal... y por desgracia, ya no lo tenemos entre nosotros. ¿Es posible querer y apreciar tanto a una persona aunque haga algún tiempo que no sepas de él? Definitivamente, sí. He pasado una mañana muy, muy triste, (una más de todas las que llevo desde el 27 de febrero. Desde entonces, han sido cuatro fallecimientos de familiares o amigos), pero, como me ha dicho Juan Manzorro, recordémosle con la alegría que él siempre transmitió a través del micrófono.

Pepe, fueron unos años maravillosos aprendiendo de ti: un gran Maestro, pero sobre todo, de una gran, bellísima persona. Y por eso, siempre, siempre, te llevaré en el corazón.



domingo, 28 de marzo de 2010

Mentirosa indiferencia




Mordisqueo mis dedos
y mientras, te observo.
Y busco tus ojos
pero sigues leyendo.
En lugar de en la tuya
en mi boca, mi piel,
tus ojos de mí siguen huérfanos,
tu ausencia es de hiel.

(...Y voy yo,
y me lo creo.)

lunes, 22 de marzo de 2010

Mamá



Ponerme al día... Bucear en las letras, vídeos, fotos y canciones que otros dejaron; averiguar quiénes estuvieron mordisqueando estas cerezas y cómo fueron sus bocados; intentar atrapar el polvo que dejan las alas de las Musas y que muchas veces dejo escapar, por desidia o ignorancia... Pero sobre todo...

Sobre todo... recuperar poco a poco el tiempo perdido, y seguir buscando la voz de mi madre entre las nanas que me cantaba de niña y que ahora, a pocos días de su muerte, me asaltan en la cabeza como los cantos de sirena atraían a los marineros a los acantilados.

Mamá, te echo tanto de menos... Seguro que desde este aciago siete de marzo, cumpleaños precisamente de uno de tus hijos, le estás enseñando a los ángeles, ya reunida por fin con papá y abuelo Josepi, cómo se hacen tus famosos rosquitos o aquella oración tan antigua que un día Laura aprendió de tus labios, y que a su vez te enseñó tu madre, mi abuela Belén:

Tengo un escapulario
de la Virgen del Rosario.
Cada vez que me lo quito y me lo pongo
me acuerdo de Jesucristo.
Jesucristo fue mi padre,
los angelitos mis hermanos,
me tomaron de la mano,
me llevaron a Belén.
En Belén había una fuente,
donde estaba San Vicente
con un cabito de vela.
El que no lo sepa, se condena.

Soy creyente y sé que algún día te veré y estaré a tu lado. Pero mientras, mamá, mientras, dame fuerzas. Dame la inspiración que me falta, dame ese aura de la gente buena que tú derrochabas, proporcióname tu calor ahora que llega la primavera pero todavía hace frío.

Fuiste una gran mujer, mamá, muy buena con todos y la mejor con tus hijos y nietos. Qué orgullosa estoy de ti. Te querré siempre.

Tu hija Belén.

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