jueves, 24 de diciembre de 2009

Feliz Navidad, Manuel





La mujer se sentó. El escritorio era robusto, tallado en maderas nobles, y, aunque viejo, procedente de una herencia, no desmerecía en absoluto en medio de aquel paisaje hermoso que era su casa. Estaba sola y no le importaba; al contrario, la soledad y el silencio le ayudaban a recogerse más aún y notaba así amplificados sus sentidos.

Demasiado silencio.

Se incorporó y decidió poner música. Le apetecía... mmm... ¿qué le apetecía? Tenía ganas de oír algo suave, algo que no fuera estridente a sus oídos, algo que la acompañara mientras escribiera aquello que tenía pendiente, mientras rellenara esas hojas color hueso que dormían su sueño sobre el tablero del escritorio. Se decantó por un poco de jazz vocal, de esas mujeres de voz rota y alma desgarrada, algunas de ellas anónimas para el gran público pero diosas vestales de los amantes del tremendismo llevado a la música.

A la par que sonaba aquel eco de lamentos negros, comenzó a escribir en las hojas que esperaban, aún vírgenes, la mancilla en forma de palabra. Cualquiera que la observara desde fuera de la casa, o incluso dentro de ella, pero agazapado para que la mujer no le descubriera, podría ver cómo de vez en cuando la mujer paraba, levantaba la cabeza y cerraba los ojos, sólo unos segundos, pero los suficientes como para infundirse de inspiración. Le faltaba la palabra exacta, el signo preciso, quería todo y tenía nada... o al menos poco. En esos instantes, parecía que a la mujer le faltaba el aire, pues a la par que se desentendía del mundo negándole su triste mirada, cogía aire con tanta fuerza que cualquiera -incluso aquel que le observaba, intruso, a través de la ventana o escondido en un rincón- diría que quería quedarse con todo, hasta con el último átomo de la última molécula de la última partícula del universo, que no tendría nariz ni pulmones ni bronquios ni bronquiolos suficientes para acaparar ese aire con el cual parecía retener toda la inspiración posible. Tomar aire así, intensamente y con los ojos cerrados, le ayudaba a concentrarse, y era una técnica tan antigua como eficaz. Por eso nunca dejó de hacerla. Ni aun en sus horas más bajas dejó de escribir, y ahora tampoco iba a hacerlo, ahora que esas hojas tenían que llegar a su destino, esas frases a alguien que las esperaba.

Querido Manuel:


Hace ya tres años y cinco meses que te fuiste. Nunca me enseñaron a esperar. Fui una niña rica y todo lo tenía. Todo lo tuve pero jamás lo tendré todo, pues me faltas tú. Te echo de menos en mi salón, en mi baño, en mi alcoba, en mi cama. Tu perfume se va diluyendo, y la vieja táctica de rociar la almohada con él no me vale, pues como sabes cada persona es un mundo, y el perfume que en una huele de una manera, se intensifica o se pierde en otra persona igualmente. Por eso jamás olerá igual  la almohada las veces que le echo tu perfume, a como olía cuando te levantabas de la cama y yo aspiraba hasta la última caricia volátil de ti. Me encantaba que me mimaras, que me acariciaras, que me sonrieras, pero ¡cuánto me gustaba olerte y yo oler a ti! Se mezclaban la vainilla y el ámbar y esa conjunción hacía que me desarmara, que mi fuerza se escapara por mis dedos, y que yo, rendida a ti, fuera como el pájaro que languidece en la jaula. 


Ahora que me faltas, no sé vivir sin ti. Tu olor, como te decía, se va diluyendo en el tiempo, y aunque no quiero que lo haga en el recuerdo, poco puedo hacer por evitarlo. Ahora, cuando salga de casa, iré a verte. Te dejaré estas hojas en una cajita de ámbar que compré y aquellas, pobres tontas, aguardarán a que las leas algún día, cuando tú y yo sabemos que eso es imposible. Pero saber eso no me detiene, porque entonces no te escribiría nada. Me limitaría a ver tu retrato y, mientras suspirara, sólo murmuraría bajito: "Feliz Navidad, Manuel".


Sin embargo, prefiero terminar estas letras, guardar las hojas color hueso en la cajita de ámbar que compré y salir para el cementerio antes de que cierren. Hoy echan el cerrojo antes, Manuel, porque es Nochebuena. Así que, querido amante, amante estúpido y tonto por haber sucumbido a los cantos de ese dios loco llamado suicidio, pero amante maravilloso y extraordinario, nada más y nada menos, entre otras cualidades, por ser  amante mío, salgo ahora para dejar esto a los pies de tu tumba.



Feliz Navidad, Manuel.

Te quiere, Rosa.


La mujer dobló con mimo las hojas y las depositó, efectivamente, en una cajita con tapa de ámbar. Miró el reloj de la pared y comenzó a apurarse. No podía distraerse más de lo necesario porque ya iban a dar las cuatro, y el día de Nochebuena cerraban el cementerio antes de lo habitual. Echó un rápido vistazo mental a lo que había escrito para ver si se le había olvidado algo, y constató que no, que todo iba bien. Cogió su abrigo y el bolso y metió en él la cajita, aquella que guardaba las esencias más absolutas de un amor y un deseo que jamás iban a volver a materializarse. De nuevo, otra Navidad sin Manuel.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Voluntad de ser frágil




Soy frágil porque me obligas a serlo.
Aunque en tus brazos me siento diosa,
porque en tus ojos se adivina el deseo.
Y al tocarme,
el cuero de mi piel se vuelve seda,
y, al sentirme niña,
la vida vuelve a su regreso,
principio de todo,
final de nada,
estallido de luces,
bengala apagada.
Soy frágil porque me gusta serlo.
(Abandonarme, siempre,
nunca sentirme abandonada.)
Desear por una vez no ser fuerte,
que me arropes, que me tientes,
que al tocarme, me transforme
y sea hada, antes mujer fuerte.
Soy frágil porque hoy toca ser frágil.
Quebradiza, de luna hecha,
de cristales, de vidrieras,
de alegres cantos infantiles,
de nanas y cuentos de vieja.
Soy frágil porque así lo quiero,
embotada de luchar,
ahora turbión de lasitud,
ahora embridada en ti, mi cielo.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Un refugio azul





Sólo unas palabras para recomendar desde aquí el magnífico, extraordinario blog de mi amigo Dr. Krapp (bueno, uno de los blogs, ya que, como esta loca que les escribe, tiene el valor de llevar dos bitácoras para adelante): se trata de Sinfonía Azul, una maravilla hecha blog y que no precisa aquí más palabras de las justas. No porque no las merezca, ni mucho menos, sino porque contiene tanta magia en su interior que, como los buenos trucos, no se ha de desvelar su contenido, sino ir pasando de una entrada a otra para disfrutar del terciopelo de las voces, del intimismo de las melodías, de la energía del jazz improvisado, de la alegría del reencuentro con viejas glorias que anidaban en un rincón de nuestro recuerdo y que vuelven de nuevo a nuestra vida a través de las historias y los vídeos que nos muestra el Doctorcito que más sabe de música: el que, si fuera médico de verdad, recetaría la desgarradora Strange Fruit en lugar de las saludables naranjas, o Espérame en el cielo para los dolores de corazón en vez de Cafinitrina.

Desde aquí, invito a todos aquellos que quieran sentir, vivir, tocar la música con la punta de los dedos y la fibra del corazón, a sumergirse en un mar de jazz, boleros, swing y demás música para refugiarse en Sinfonía Azul.

Va por usted, Doctorcito:


miércoles, 2 de diciembre de 2009

Necrológica




Este amor ha muerto.

Murió en el instante
en que, sobrecogida,
me di cuenta de que sólo lanzaba besos al aire.

Murió en el momento
en que, desencantada,
deseé no perderme más en la senda de tu cuerpo.

Murió en el segundo
en que, enloquecida,
decidí encararme yo toda al mundo.

No le llores más:
Este amor ha muerto.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Vergonzosa





Te quiero tanto,
que me avergüenza decirte que te quiero.
Porque son palabras tan plenas
y yo tan pequeña,
tan minúscula y frágil,
que por muchos años que viva
nunca llegaré a ser capaz
de expresar mi amor por ti.

Tú eso no lo te lo crees, no,
y me pides,
y me ruegas,
con esa sonrisa tibia y dulce,
que te diga que te quiero.
Entonces mi rostro enrojece,
mis labios se quieren cerrar,
y aunque la fuerza de mi ser es mucha,
más lo es el atropello del arrobo.

Y entonces,
aun a riesgo de que exploten
las amapolas de mis mejillas,
de la implosión de palabras
dentro de mi boca de sal,
de que mis ojos se tornen
por no ver los tuyos,
entonces...
entonces es cuando te diré que te quiero.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Dos en uno




Bañada en ti,
me amarro a tu alma
como tinta indeleble.
Seamos uno, uno sólo,
un único cuerpo,
un único hogar.
Que mi saliva sepa a tu boca,
que mis dedos huelan a ti,
y mi sexo, dulce lirio,
vire a puro frenesí.
Seamos uno en dos divididos,
cada  quien con su lamento,
con su risa, con su afán.
Pero uno ser te pido,
uno sólo,
un único cuerpo,
un único hogar.

jueves, 19 de noviembre de 2009

"Bendita crisis"





La mujer afinó bien la vista y, echando un poco el cuello hacia delante, centró su atención en aquello que tanto le interesaba. Miró fijamente y ensartó con habilidad, a la primera, el hilo púrpura en la aguja. Después, suspiró.

Le dio por verse a sí misma, muchos años atrás, sentada en aquel mismo banquito -ahora de madera gastada y oscura, antes reluciente y lustrosa de barniz-, mientras, oyendo la radio, suspiraba también pero por otros motivos. Guardaba viejas cartas en una lata de galletas y de vez en cuando le daba por releerlas, pero la falsa ilusión de verse de nuevo cortejada se veía solapada por la desdicha del abandono y la soledad.

- Mi muy estimada señora Elena Francis: Le escribo con la esperanza de que pueda usted ayudarme. Sé que usted da muy buenos consejos a jóvenes inexpertas como yo, sobre todo en el tema del amor. Verá, mi historia es la siguiente...

Y así, mientras la mujer -por aquel entonces muchacha- se emocionaba con la historia de "Una desesperada de amor", que había decidido resolver sus cuitas atendiendo al consejo de aquella bondadosa y sabia mujer, recordó de nuevo su historia de amor. Una historia rota, ajada por multitud de circunstancias que habían hecho que lo que parecía destinado a convertirse en una montaña rusa de abrazos apasionados y besos por descubrir, durmiera simplemente en una maraña de recuerdos.

Ahora, bastantes años después, la tarde de otoño iba cayendo y, a la vez que la luz natural y que se filtraba por los cristales decrecía, aumentaba la lasitud de la mujer. El cansancio del alma podía más que el del cuerpo, más incluso que aquel molesto dolor de espalda que la estaba matando, más que la fatiga que sentía en su cuello, en sus ojos grises. Suspiró de nuevo, triste, y recordó algunos versos de Neruda que él le había dedicado una noche de verano, mientras los otros enamorados saltaban las hogueras de San Juan en la playa y los buenos deseos vencían a los malos designios:

Muda, mi amiga,
sola en lo solitario de esta hora de muertes
y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido. 

- Dios mío, las siete y media y ya tan oscuro...


La mujer encendió las luces del cuartito y corrió los visillos y cortinas. Se sentía así a resguardo de los demás, de sus miradas curiosas, de los comentarios maliciosos que se recreaban en su soledad encontrada y no buscada. Siguió con su labor, con aquello que tenía entre manos, cosiendo primorosamente un dobladillo con un hilo púrpura que se asimilaba a los pespuntes dolorosos que el desamor había dejado en su alma.

Era la tarde de los suspiros, sin duda.

Volvió de nuevo a hacerlo, a exhalar ese trocito de vida invisible que se le escapaba de entre los labios, y siguió empeñada en terminar aquel dobladillo, así acabara con la espalda y la vista reventadas.

-"Bendita crisis" -reflexionó. -"Todo el mundo agobiado por la que está cayendo y sin embargo a mí me ha venido de maravilla. Hasta hace poco nadie arreglaba descosidos, nadie bajaba dobladillos, era más barato  hacerse con una prenda nueva que comprar botones y cremalleras nuevas. Y ahora tengo más trabajo que nunca". Sonrió. La maldita crisis -la "bendita crisis"-  por un lado le estaba haciendo ganar más dinero que en todos esos últimos años vividos, y por otro, le hacía reencontrarse cada día, cada tarde, cada anochecer, con la nube de recuerdos de ese amor imposible que nunca pudo ser y que ella había deseado fervientemente que hubiera sido.

- "Bendita crisis".

Y, cansada, suspiró de nuevo, obstinada en recomponer aquella tela como  le hubiera gustado aprender a recomponer algún día los trozos quebrados de su corazón.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Magia en voz alta





Te imagino afeitándote, con parsimonia cuidada y bien medida, sin prisa aun sabiendo que te espera una cita importante. Te veo aun sin estar delante, mojando la brocha en agua tibia y pasándola por la barra de jabón blanca y dura, una  medio barra que va derritiéndose al contacto de las cerdas, como doblegándose a la voluntad de las manos ancianas y habituadas al rito constante. "A primeros de mes tengo que comprar más jabón; esta barra se está gastando", piensas, y mientras te observas en el espejo con la lengua abombando la húmeda mejilla para afeitar con más precisión, no puedes evitar descubrirte, divertido, una arruga más.

Antes, hace ya muchos años, no era tan divertido. Antes, hace ya muchos años, sé que te daba rabia ver como un surco que anoche no existía, adornaba tu frente, tus mejillas, o la zona de alrededor de tus ojos pardos. Lo sé porque, presumido, me lo contaste una tarde de primavera, cuando aún el calor no aprieta y es agradable pasear a la sombra de los tilos de la residencia sin que el calor sofocante nos ahogue. Yo ahora llevo una máquina de oxígeno portátil como sabes, pero hace un par de años, que fue cuando te abriste a mí y me contaste cómo te enfureciste con el descubrimiento de que te ibas haciendo cada vez más mayor, aún podía respirar sin ayuda. Me asfixiaba un poco mientras paseábamos, pero tú, solícito, te parabas y hacías como que el que se cansaba eras tú, para así, de forma elegante, evitar que me entristeciera. Pero, claro, yo me daba cuenta. A veces hacías el amago de cogerme del brazo, ambos, el tuyo y el mío enroscados como dos eslabones de sabiduría y resignación, pero te daba vergüenza y preferías caminar a mi lado, oliendo mi perfume de abuela, aquellos narcisos y nardos en los que te hubiese encantado transformarte para fundirte con mi piel ajada. No te importaban mis surcos hundidos, la piel lastimada, las cicatrices de antiguos partos, el pelo inmaculadamente blanco con olor a limón y lavanda. Sabías que era una abuela, como tú, y esa circunstancia, junto a muchas otras, hacía que me quisieras cada día un poquito más.

Una tarde viniste con un libro bajo el brazo y me contaste algo que al principio no creí. Me dijiste que desde tu juventud adorabas leer a los demás en voz alta, y que más de una vez te habían dado las tantas leyendo a un corro de niños a los que se habían sumado sus padres, todos gente humilde y sencilla que, lo más cerca que habían estado de un libro era, en el caso de los mayores, del libro de registro de su boda, y en el caso de los pequeños, de la tosca Enciclopedia de primer o segundo grado de la escuela. Niños y padres maravillados, en una escena totalmente surrealista por lo inhabitual, pero que tú, como maestro enamorado de su profesión, sabías exprimir al máximo, impostando la voz, susurrando o gritando cuando la frase lo requería, recreándote en los momentos que sabías eran cruciales para mantener la atención. Te enternecía observar con el rabillo del ojo las caras de asombro de los más chiquitines y las sonrisas de complacencia de aquellos padres a los que jamás se les hubiera ocurrido que un rectángulo lleno de hojas emparedadas entre dos tapas duras podían contener tantísima magia. Te llenaba de orgullo pensar que estabas sembrando una semilla que, con un poco de suerte, germinaría en al menos un par de aquellas criaturas. Y, aunque luego el tiempo demostrara que no había sido así, al menos en ese instante pudiste vivir esa sensación. Y te gustó.

Ahora, con bastantes años más encima, y por la hora que es, sé que estás mojando la brocha de afeitar en el agua tibia para reblandecer el jabón, ése que tienes que reponer en cuanto cobres tu pensión a primeros de mes, y que te afeitarás con sumo cuidado. Sé que luego te echarás por el pelo y por tu camiseta de tirantes un poco de agua de colonia bien fresca, como la que a mí me gusta,  de esa que huele a bebés, para luego vestirte y salir de casa, despacito -porque el paso no te permite ir más rápido, no porque no desees volar- con un nuevo libro bajo el brazo. Y sé que cruzarás el paso de peatones de enfrente de la residencia, sé que saludarás a las cuidadoras que pasean a Julia y a Fernando por el jardín, y a las que están dando de merendar a Claudio en la sala de estar. Y sé que tú, Matías, llegarás a mi cuarto, me sonreirás, me dirás con alegría el título del nuevo ejemplar que has traído esta vez, y me acompañarás fuera, otra vez al jardín,  ayudándome con mi bombona de oxígeno portátil, para maravillar a este grupo de ancianos que te espera -amigos los más, enemigos los menos, compañeros todos en estos últimos días de viaje-, con tu voz, aun clara y agradable a pesar de la edad, que desgranará nuevas aventuras, tal y como hacías hace muchos, muchos años, delante de un corro de asombrados niños. Niños que hoy son adultos y que, probablemente y gracias a ti, hacen de magos de la voz alta a sus propios hijos.

viernes, 6 de noviembre de 2009

103 años de sabiduría






         "Soy un cómico que lleva años esperando a que se baje el telón, pero nunca termina de bajarse". (Francisco Ayala, en   2007, con 101 años de edad)




Me había acostumbrado tanto a verle cumpliendo un año tras otro, que el otro día, cuando me enteré del fallecimiento de Francisco Ayala, último representante de la Generación del 27, casi no me lo creí. Han sido 103 años de novelas, de ensayos, de traducciones, de reflexiones sabias y eruditas. 103 años de sabiduría.

Tras un largo exilio, consiguió por fin en su país lo que se le había negado: el reconocimiento a una gran obra en forma de los más importantes galardones de las letras españolas -entre otros muchos premios relevantes-: el Príncipe de Asturias de las Letras y el Cervantes. Fue el hombre que, en sus propias palabras, "había escrito demasiado porque había vivido intensamente". 

Tenía pendiente leer "El jardín de las delicias" y creo que lo voy a empezar en cuanto termine el que tengo entre manos, "Historias de la historia", de Carlos Fisas.

Fueron 103 años de un andaluz sabio, vividos como él dijo, muy intensamente. Descanse en paz Don Francisco Ayala.

lunes, 2 de noviembre de 2009






Hoy, 2 de noviembre, día de los Fieles Difuntos, nos ha dejado uno de los más grandes cómicos surgidos en España. A los 87 años de edad, ya  muy viejecito, se ha ido para siempre José Luis López Vázquez.

El que fuera entrañable padrino pastelero -"¡Padrino, Búfalo!"- en  La gran familia (Fernando Palacios, 1962) y sus secuelas, e inolvidable Adela Castro/Juan en Mi querida señorita (Jaime de Armiñán, 1972), nos dejó un legado riquísimo de variados personajes en películas imprescindibles del cine español. El pisito, Plácido, El cochecito, Atraco a las tres, El bosque del lobo, Mi prima Angélica, Peppermint Frappé, La escopeta nacional, Patrimonio Nacional, La colmena, y otras más livianas pero igualmente recordadas, como Sor Citröen, No es bueno que el hombre esté solo, o El turismo es un gran invento, fueron películas en las que José Luis hacía un despliegue riquísimo de todo un mosaico de personajes inolvidables. Ya en el último tramo de su carrera, pudimos verle en producciones como Esquilache, Luna de Avellaneda o ¿Y tú quien eres?, la que ha sido su última aparición en el cine. Fue admirable su transición de papeles cómicos a otros mucho más dramáticos y trascendentes.

Si en la gran pantalla su carrera fue muy prolífica, no lo fue menos en el ámbito teatral. Actuó en grandes obras, como La dama boba, Equus, La muerte de un viajante, Crimen y castigo,  Historia de una escalera, Don Juan Tenorio o Tres hombres y un destino, regalando a los espectadores su arte en el difícil día a día de dos funciones por jornada.

Un papel que le venía al pelo, ya en televisión, fue el que tenía en Este señor de negro (Antonio Mercero, 1975), una serie de 13 capítulos en los que encarnaba a Sixto Zabaneta, además de intevenir en otras obras, como Los ladrones van a la oficina, así como en anuncios publicitarios.

Pero si me he dejado un papel aposta para el final, no podía ser otro que el que interpretó  para la televisión en La Cabina (Antonio Mercero, 1972), una de mis películas (en realidad mediometraje) favoritas, en las que un ciudadano normal y corriente, de los tantos millones que día a día caminamos por nuestras ciudades, queda atrapado sin remedio en una cabina, y no tiene escapatoria ante un destino horrible y oscuro. Evidentemente, la fábula sobre la sociedad española de aquella época, oprimida por el régimen franquista, ya en sus últimos coletazos, es extraordinaria. Y José Luis realizó aquí -pienso yo- uno de los más grandes papeles de su vida. Afortunadamente, la censura que en esos momentos estaba más pendiente de escotes y muslos que de otra cosa, dio vía libre a su pase por televisión, y los españolitos de entonces pudieron disfrutar de una magnífica historia en clave surrealista que aún hoy, con el paso de los años, no ha perdido nada de actualidad. A mí me encanta.









José Luis López Vázquez obtuvo, entre otros premios, el Goya de Honor de la Academia de Cine Español,  tres Fotogramas de Plata, uno de ellos por toda una vida dedicada a la interpretación, varios premios del Círculo de Escritores Cinematográficos, la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, el Premio Nacional de Teatro, o el Premio Unión de Actores a Toda una Vida. Una mínima muestra de los múltiples reconocimientos que se le hicieron y que coronaban una carrera prolífica, interesante y realmente impresionante por abarcar más de cuarenta años.

Con este sencillo homenaje quería despedirme hoy, día de los Fieles Difuntos, de un hombre que aunque no empezó como actor, sino como figurinista y ayudante de dirección, posteriormente lo dio todo por su pasión, interpretar, y al que me apetecía hoy ponerle el Don por delante de su nombre porque sin duda, se lo merece. Por habernos hecho disfrutar tanto, fuera cual fuese el palo que tocara, descanse en paz, Don José Luis López Vázquez.


sábado, 31 de octubre de 2009

¿Vacío?





Blog Vacío, de Ybris.

¿Vacío?

Vacío de estulticia,
vacío de estupidez,
vacío de tosquedad,
vacío de fealdad.

¿Realmente vacío? Yo diría que lleno, repleto, rebosante de cosas buenas...

Ybris, por favor, aunque el alba siga a pesar de que te hayas marchado, vuelve a tu blog Vacío en cuanto tengas la menor ocasión. No sabes cómo te echamos de menos... y ni siquiera nos has dejado la opción a que te lo digamos... :-((

lunes, 26 de octubre de 2009

Palabras de fuego





Látigo electrizante.
Así defino tu lengua,
esa que hoy, con descaro,
me humedece y me atraviesa.

Espadas que centellean.
Así llamo yo a tus dedos
que, largos e inquisidores,
queman mi herido cuerpo.

Carbones incandescentes.
Así nombro yo a tus ojos,
que se abren como lagos
para enredarse en mi todo.

domingo, 25 de octubre de 2009





Hoy era la mujer más fea del mundo,
pero me miro en tus ojos,
y sorprendida me reflejo:
no soy yo; noto que soy otra
aunque no quisiera serlo.

Y me pierdo en el vaivén de tu cuerpo,
dulce melodía de carne y piel,
me sorprendo envuelta en ti,
crujiente papel de celofán
...y como una diosa me siento.

domingo, 18 de octubre de 2009

Hasta siempre, jugón








Hasta siempre, jugón. Tú que quizás no fuiste el mejor comentarista deportivo, al menos técnicamente, pero sí el más divertido, el creador de todo un diccionario que tan profundamente conocemos los amantes del baloncesto. Tú que nos hiciste vibrar en aquellas madrugadas espectaculares de la NBA, cuando a las cuatro de la madrugada esperábamos con impaciencia unos partidos entre extraterrestres. Tú que bautizaste al auténtico extraterrestre -Pau Gasol- como E.T. Tú que apodaste Mr. Catering a Calderón porque las servía en bandeja, tú que ametrallabas nuestros oídos con ese mítico ¡¡¡¡¡¡¡Ratatatatatatatata!!!!! cuando un triple -especialmente glorioso si era un tanteo de España- entraba en la canasta ¡¡Cuántas veces celebré un triple de mi "Bomba" Navarro al son de tu grito de guerra!!. Tú que al juego bonito lo describías como tiki-taka, tú que gritabas con toda la fuerza de tus pulmones "Wilmaaaaaa, ábreme la puertaaaaa" cuando algo no salía demasiado bien, tú que te quedabas afónico cuando el maestro Jordan remataba con un excelente mate alguna de sus jugadas estratosféricas. Tú, Andrés, que tanto insistías en que "la vida puede ser maravillosa", te has empeñado en irte demasiado pronto, y dejar de lado el baloncesto, los libros, la buena música, especialmente la negra, y el cine, esas pequeñas grandes cosas que tú apreciabas tanto. Los amantes del baloncesto, como yo, como tantos otros, sobre todo los que hemos vibrado con los oros y triunfos de la selección española, te decimos hoy con todo el dolor del alma... hasta siempre, jugón. :-(((((

sábado, 17 de octubre de 2009

Hambre





Sí, yo tengo hambre.
Por eso te comeré
hasta saciarme.

viernes, 9 de octubre de 2009





Préstame un minuto de tu tiempo.
Se descubrirán nuestros cuerpos,
despacito, a pesar de la premura.
Sonreiremos a la par,
recreándonos, aunque nos falten horas.
Mojarás tus labios en los míos,
regocijándonos en su tibieza, aun con prisas.
Y, por fin, tu cuerpo embridado al mío,
desvelará con su abrazo
que sí, que ha merecido la pena
prestarme un minuto de su tiempo.

martes, 6 de octubre de 2009

Helado de cereza





Derretirme toda.
Convertirme en helado de cereza
y ser ácida y dulce a la vez.
Que me paladees en silencio,
sonriendo cuando llegues al trocito
que, sin vergüenza y descarado,
se te cuela entre los dientes.
Derretirme toda
y pasar de bola de helado
a líquido caliente
que, sin vergüenza y descarado,
paseará por tu garganta.
Derretirme toda
y, tal vez, conseguir de ti
lo que siempre quise:
que por una vez en la vida,
el helado de cereza
no te sepa a guinda,
sino a mí: a una exquisita mujer.

domingo, 4 de octubre de 2009

Descansa en paz, Negra








Luchó con su voz contra las injusticias. Su figura fue emblemática dentro de la lucha de compromiso social, particularmente en las décadas de los sesenta y setenta. Y nos queda su legado de canciones que jamás morirá. No hace falta decir más.

Mercedes Sosa, "La Negra", se ha ido. Cómo me estremece oírle cantar esta maravilla de Violeta Parra, "Gracias a la vida", o la bellísima "Alfonsina y el mar", de Félix Luna y Ariel Ramírez...

Descansa en paz, Mercedes.

La huida





Aire. Necesitaba aire fresco y por eso conduje sin saber a dónde iba. Ni siquiera recuerdo en qué momento cogí, furiosa, las llaves de la mesita del recibidor, y si ni tan siquiera si me miré al espejo. Supongo que sí, que eché un rápido vistazo para volver a ver lo de siempre, la misma cara de inepta, los ojillos tristes, la cara tan normal que desde luego no era candidata a que nadie de la calle, de las decenas de personas con las que me cruzaba a diario, pudiera acordarse luego de mí. Imagino que me estiraría bien el pelo, como suelo hacer, esté o no azuzada por la prisa o por la inquietud. En esos momentos era esa la sensación que me hormigueaba por todo el cuerpo y por eso quería salir, escapar, huir dentro de mi coche allá donde nadie pudiera encontrarme, donde sentirme sola consigo misma y no sola acompañada de los demás, que es como me sentía en esos momentos. Supongo también que el cuchicheo de los otros sería grande, que me mirarían espantados preguntándose que a dónde iba yo, con mi cara de inepta y mis ojillos tristes, si mi lugar en esos momentos era ese, precisamente ese, sin tener que moverme del sitio, escuchando plegarias y rezos, y mojando mi cara con las lágrimas de aquellos que se acercaban a darme un beso,  quizás dos.

Mientras conducía y el viento gélido entraba por la ventanilla bajada -bajada aposta, porque aún sintiendo el frío helador en los huesos, más penetraba en mi alma, y por eso no me afectaba, al contrario, quería, necesitaba más frialdad- recordaba del último día algunos fragmentos inconexos, desvaídos por el desfile de pastillas e inyecciones que me pusieron en menos de veinticuatro horas. Llegué a sentirme bien, y por ello ahora, mientras conducía y el frío y el viento y la lluvia que caía se me colaban por la ventanilla, comenzaba a todo lo contrario, a sentirme culpable, horriblemente monstruosa, por dejar que esas píldoras pudieran controlarme de la forma en que lo hicieron. Estaba tan enrabietada que ni siquiera tenía ganas de llorar. Lo que hice fue gritar. Me vino a la memoria en esos instantes Sally, la chica de "Cabaret" de ojos grandes como el mundo, que esperaba que pasara el tren para gritar y así desahogarse. Aproveché que estaba sola, en mi universo, dentro de mi coche -sucio, revuelto, con algunos juguetes de Óscar tirados aún por la alfombrilla casi mugrienta- para gritar, para lanzar ese aullido de dolor que me sobrecogía el alma, el mismo que hizo que una tarde de otoño cogiera sin pensar el coche y condujera a un camino sin rumbo porque sabía que, cuando volviera, mi Óscar, mi hijito, ya no volvería a estar en casa para recibirme con un beso. Se lo había llevado por delante, hacía veinticuatro horas, otro coche con otro conductor, otros gritos, quién sabe si otra risa o quizás otros ojillos tristes, en definitiva otra historia en su interior.

jueves, 1 de octubre de 2009

Inútiles escondrijos




Me hiciste daño un día.
Un día infame en que me desnudé entera ante ti.
Poco te importaron mis pechos, mi vientre,
mis piernas, mis pecas, mis hombros al aire.

Buscabas, querías, ansiabas mi alma.

Y desde entonces...
Guardo mi mirada entre recuerdos de espuma.
Escondo tus manos entrelazadas con las mías.
Oculto mi corazón a resguardo de tus besos.
Pero me transparento toda,
y no soy capaz de enterrarme
allá donde deseo,
muy lejos,
tan lejos,
tan lejos de ti...

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Breve




Me notas, risueña y frágil, y te desarmo.
Esperabas de mí que fuera fuerte,
estruendosa como el crujido de las hojas al pisar,
magnífica como San Jorge en su caballo.

Te me quedas mirando.

Me notas, risueña y frágil, y te desarmo.
Y me quieres.

lunes, 28 de septiembre de 2009



Amigos, por si no tuviera bastante con uno con el que apenas doy abasto, voy y, en parte aleccionada por mi hija pero en gran parte porque llevo un tiempo rondando la idea, me abro otro blog. Si hace unos dos años no pensaba tener ninguno, ahora ya tengo dos blogs, dos criaturas distintas entre sí pero a las que intentaré llevar adelante lo mejor que pueda.

Abro La cajita de Peter Pan como homenaje a Michael Jackson. Sí, sé que está (tristemente) de moda tras su fallecimiento, pero lo mío, aunque agudizado ahora por la actualidad, viene de bastante antiguo, de cuando yo tenía unos ocho o nueve años y ya bailaba la música de los Jacksons Five, como he explicado aquí en otra ocasión. Así que me he decidido a abrir un nuevo blog en homenaje a un hombre que nunca pudo vivir su infancia y que por eso un día decidió que su héroe favorito era Peter Pan, el niño que jamás quiso crecer.

Les invito a que se pasen por La cajita de Peter Pan y que disfruten. Sobre todo que disfruten tanto como él lo hacía sobre el escenario, entregándose a sus queridos fans.

domingo, 27 de septiembre de 2009

THIS IS IT!!






Recordar a todos los fans y admiradores de nuestro Michael que dentro de unas horas se ponen a la venta las entradas para el estreno, el próximo 28 de octubre, de This is it!!, la película que recoge el material inédito de los ensayos de los conciertos que se hubieran celebrado en el O2 de Londres, y que llevaban ese mismo nombre. Ojo que la peli sólo se proyectará durante dos semanas. Y, por supuesto, espero, tal y como se ve en el trailer, que sea subtitulada y que no le doblen su maravillosa voz. Quiero oírle hablar, no sólo cantar.


Acabo de mirar y todavía no se pueden reservar. Imagino que será cuestión de horas, porque ya estamos dentro del día 27 de septiembre, el día  fijado para comenzar las reservas.

Michael, dulce ángel, siempre en nuestro corazón.

Edito a las 10.45 de hoy domingo:  ¡¡¡¡YA LAS TENGOOOOO, EL DÍA DEL ESTRENO, EN LA PARTE CENTRAL Y EN EL MEJOR HORARIO!!!! Faly, eres un crack, chiquilla... :-))

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Espejo sin brillo






Me miro.

Me miro y no me encuentro en el espejo de tus ojos. Creí reconocerme un día, un día que queda ya lejano, cuando yo no tenía ganas de levantarme de la cama y tú, con paciencia infinita, me apartaste un mechón rebelde del rostro, me calzaste las zapatillas de peluche y, tomándome de la mano -yo desnuda, desnuda por dentro y por fuera, con esa desnudez que no provoca pudor alguno porque se muestra ante alguien que es parte de nosotros mismos- digo, tomándome de la mano -una mano lánguida, casi muerta, sin ansia por volver a palpar, ni a acariciar, ni a sentir-, me llevaste a la ducha. Abriste el grifo y el agua de lluvia sin lluvia brotó como un milagro, corriendo por mi cuerpo sin éste quererlo, sin desear comprender la acción benefactora de una buena ducha caliente. Cuántas veces en mi vida agradecí esa ducha vivificadora, dando gracias a quien hubiera sido por inventarla algún día, y ahora, metida en este oscuro abismo infernal, me parecía una auténtica tortura desnudarme, quitarme una a una las prendas, descalzarme, abrir el grifo, comprobar la temperatura del agua, mojarme, lavarme el pelo, enjabonarme, disfrutar del agua caliente corriendo por encima de mí, empapándome toda, cerrar el grifo, salir de la ducha, secarme, vestirme de nuevo, maldecirme una vez más casi sin ganas. Por eso tus manos terminaron haciéndolo por las mías.

Suspiro.

Me sigo mirando en tus ojos y sigo sin verme en su espejo. Quizá hace mucho tiempo que decidiste -cansado, abatido, derrotado- que la voluntad es mucha pero la fuerza, poca. Y pensaste que qué demonios hacías con una chiflada al lado, la triste estampa de la mujer que te enamoró, que con su risa, como Pilar Ternera, era capaz de ahuyentar a las palomas. Seguro que te hartaste de mi mirada vacía, sin ese brillo que busco ahora en el espejo de tus ojos, y donde ya no me veo reflejada.

Es una lástima. Ahora que disfruto viendo salir el sol, ahora que no me molesta que me husmee un  viejo perrillo abandonado, ahora que saboreo hasta la última cucharada de helado de mandarina, ahora que las Navidades no me parecen una chorrada, ahora que me apetece que llegue el invierno para acurrucarme en el sofá, abrazada a ti... Ahora que por fin tengo un aliciente para buscar más allá y verme reflejada en el espejo de tus ojos, tiraste la toalla y desapareciste. Me siento muy sola sin ti.

lunes, 21 de septiembre de 2009





Pocas palabras puedo añadir a la magnífica gesta de la Selección Española de Baloncesto. Sólo GRACIAS por los momentos maravillosos que nos hacéis pasar a los aficionados, GRACIAS por estas medallas históricas que os habéis colgado al cuello esta noche, GRACIAS por ser un equipo de verdad, de grandes amigos y excelentes deportistas. GRACIAS a Pau Gasol, por ser el extraordinario jugador que es y por haberse metido en el quinteto de mejores jugadores y haber conseguido el trofeo al mejor jugador del torneo. GRACIAS a Juan Carlos Navarro, mi Bomba Navarro, al que tanto admiro y que tanta satisfacción me ha reportado cuando ha subido por encima de su cabeza el magnífico trofeo de campeones.

GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS. :-)))))))))))

domingo, 20 de septiembre de 2009

Voces de ángeles





El pasado viernes por la noche tuve la magnífica ocasión de acudir con mi hija Laura a uno de los  tres conciertos de la gira española de los muchachos del coro de Saint-Marc (Lyon, Francia). O lo que es casi lo mismo: Los chicos del coro. (Digo casi porque lógicamente, con el paso del tiempo, las voces van transformándose y los chicos que salían en la película ya no son los que están de gira actualmente).

Imagino que muchos de ustedes habrán visto la película, deliciosa e inolvidable. Y que se habrán enamorado de su banda sonora  y de las voces de esos niños rebeldes, con complicadas vidas de solución difícil que veían en la música coral una preciosa tabla de salvación.

Laura y yo conocíamos la banda sonora de la película (ella aún no ha visto el film pero pronto lo hará), por lo que estábamos deseosas de ir a un marco tan espectacular como es el Gran Teatro Falla para degustar auténticas voces de ángeles. Además, la expectación era enorme, pues desde hacía muchos días las entradas estaban agotadas. Allí no cabía ni  un alfiler.

Fue una verdadera lástima que no toda una orquesta acompañara a los chavales, tal y como he visto en algunas grabaciones por internet, pero aún así, es decir, con la sola compañía de un piano de cola, el ambiente fue sencillamente maravilloso. Qué conmovedor concierto, qué bonito, qué bálsamo para el espíritu... Fue una hora y media de precisión, de espléndida armonía, con un descanso de unos diez minutos incluido, que se nos hizo corto. Quizá por ello los niños tuvieron que hacer tres o cuatro bises, porque los que estábamos compartiendo aquellos momentos mágicos no queríamos dejar escapar a aquel grupo: un auténtico coro de voces de ángeles.


martes, 15 de septiembre de 2009


Se llamaba Fawziya Ammodi y era yemení. Murió en el parto, tras tres días agotadores, horribles, de los de no poder ni imaginárselos, entre dolores de agonía y sudor pegajoso empapándola desde la cabeza hasta los pies. No quiero imaginarme su cara de sufrimiento, porque sé lo que es un parto malo -en un hospital con las últimas tecnologías y un completo equipo de médicos y enfermeras pendientes de mí-, cuanto más en un país como Yemen, que no está precisamente a la vanguardia de los adelantos médicos.

Fawziya jamás podrá ver a su bebé, ni éste disfrutará del aliento cálido de su mamá, ni de sus caricias tiernas, ni del amor que en este caso, aún preñado de pobreza, no saltaría por la ventana, ya que el amor de unos padres por sus hijos supera todo lo imaginable. Fawziya cerró sus ojos, desangrada por falta de asistencia médica, tras tres duros días que debieron parecerle siglos.

Fawziya tenía edad para jugar con las muñecas que nunca tuvo, por pobre, y el destino no le dejó ni siquiera jugar con su primer muñeco, un bebé de carne y hueso. Fawziya, casada a la fuerza con un hombre de veinticuatro años para cumplir con la sharia o ley islámica -y también para ganar dinero gracias a lo que cobran los padres tras entregar a sus hijas-, tenía sólo doce años. Doce años y un fin horrendo de parto de tres días. Descansa en paz, niña Fawziya.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Probando, probando...

Hola, amigos. Como pueden ver, estoy probando una nueva plantilla. Quería darle un nuevo aire a mis Cerezas y Guindas, y he elegido esta que ahora ven.

Creo que es bonita y sobre todo me gustan los colores porque tienen relación con estas frutitas que me acompañan desde hace más de dos años. Pero ¡ay! sigue habiendo unos fallos y tengo que contactar con la chica del blog donde recogí la sugerencia de cambiar de plantilla, ReCurSOS para tu blog, para que me eche una mano y me diga cómo puedo solventarlo. Se trata de la barra lateral, que queda muy debajo, y el enlace de las entradas antiguas, demasiado arriba. Además, la foto final del niño con las burbujas, también se me descuadra. En fin, que tengo que seguir investigando porque lo que no es normal que me diera error los últimos días en la plantilla antigua y ahora me esté dando en este, ¿verdad?

Amigos devoradores de guindas, seguiremos informando. Y, por favor, me encantaría que dieran su opinión: si les gustan o no los colores, si les fatiga o no el leer con este color de fondo (saber esto es algo muy importante para mí), etc.

No estoy todavía convencida al cien por cien... Si veo que no funciona, pues nada, vuelvo al antiguo marrón y vainilla de toda la vida...

PD: No, el fondo escogido no es este negro que ven ahora. Es que estoy haciendo unas pruebas y de momento lo estoy dejando así. A ver si ya lo soluciono todo y puedo poner la nueva plantilla que he elegido...

sábado, 5 de septiembre de 2009

Estoy bastante triste, cabreada y enfadada. No sé qué narices le pasa a mi blog desde el otro día.

Un visitante anónimo, F., me aconsejó que quitara el vídeo (el slide que dedicaba a Michael por su 51 cumpleaños), por si era lo que dificultaba el que se viera bien, y que actualizara la versión del Flash Adobe, pero qué va, he hecho ambas cosas y no hay manera. Incluso llegué a modificar la configuración de las entradas para que en vez de cien por página mostrara 30, luego 20, y, como no vi resultado, he puesto para que sólo se lean dos... pero no hay manera. Si os fijáis bien, la entrada del texto Tu sonrisa en septiembre ha salido normal, a excepción de la parte de abajo, donde pone la fecha y hora de publicación de la entrada, y donde los amigos comedores de guindas pueden dejar sus comentarios. Todo eso se ha desplazado hacia muyyyyyyy abajo. Y ahí, abajoooooooo del todo, también el enlace de "Entradas antiguas" se ha desplazado del fondo vainilla hacia el fondo marrón, con lo cual vaya galimatías hay formado.

¿Me puede seguir ayudando algún alma caritativa, o sabe cómo pudiera contactar con los de Blogger para que me ayuden? Para mí es un problema, ahora que tengo más fuerzas y ganas de escribir y quiero seguir actualizando mi blog... y por supuesto, que se vea como hasta ahora.

Gracias por anticipado a todos.

Belén.

PD:Acabo de modificar la configuración otra vez más para que se lean 20 entradas por página y ya veis el desastre... casi todas se me han ido muuuuuy abajo, fuera del fondo vainilla... y no se ve "ná". GGGGRRRRRRR, que diría Fauviña...

PD2: También lo he intentado bajándome el Firefox y ver el blog con él, y tampoco... :-((

PD3: Como soy muuuy cabezota, ahora he quitado otra cosita: es la imagen que tenía en la entrada de "Feliz Año Nuevo". Para mi sorpresa, al hacerlo, ya los 20 textos "entran" dentro de la franja color vainilla, pero siguen estando muuuuy debajo... Pero no entra todo, pues la foto que tengo al final, debajo del todo, se queda fuera, cuando antes estaba dentro. También, por si sirve de ayuda, debajo de esta última foto aparece una franja de color vainilla, es decir, como si del fondo se hubiera trasladado hacia allí... :-((((

Bueno, pasito a pasito a ver si damos con la solución... De momento también he escrito al foro de Blogger, a ver si me pueden echar una manita.






Descansa por fin en paz, mi ángel. Descansa, ahora que por fin te han enterrado, todo lo que no te dejaron en vida. Ahora duermes rodeado de estrellas tan grandes como tú, que fueron dignos de admiración, sí, como tú, de millones de personas.

Dicen que te han enterrado con uno de tus maravillosos guantes tachonados de cristalitos que nos aceleraban el corazón en cuanto lo veíamos, sobre todo cuando avanzabas por un escenario oscuro, iluminado con un foco, y de una maleta vieja sacabas tu chaqueta negra, tu sombrero Fedora y ese guante blanco con brillos. Nos latía el corazón con fuerza, desbocado, porque sabíamos que íbamos a ser testigos del baile preciso y espléndido. El baile de tu "Billie Jean", para mí tu canción más perfecta.

Duerme en paz, mi ángel. Los que te admirábamos seguimos llorando tu muerte y respirando con alivio porque descansas, por fin, en paz.


viernes, 4 de septiembre de 2009



Me atusas el pelo. Con delicadeza, mientras duermo. Sonríes mientras piensas en la delicia de boca golosa que te ha estado besando, en el arco dulce de mi espalda formando un puente de placer entre la piel y las sábanas, en el gemido exhalado que sonaba a coro de ángeles. Entornas por unos instantes los ojos y, mientras sigo durmiendo, ajena a ti, rememoras la de veces que me has tenido entre tus brazos, rodeándome con fuerza para protegerme en algunas ocasiones, y para desarmarme las más. "Ríndete, ríndete ahora", parecen decirme tus ojos cuando me abrazas así. Y voy yo, irredenta tenaz en otras ocasiones, y te hago caso.

No quisiera seguir durmiendo para así no perderme el significado de tu sonrisa, de tu gesto maravilloso del cual podría extraer mil y una preguntas. Pero no lo haría, puesto que sé las respuestas. Las veo en cada caricia, en cada beso que me das, en cada rizo que enroscas en un dedo. Las noto en mi cuerpo cuando me tocas levemente con tus labios y me erizas cada vello, cuando tu aliento cálido me roza la oreja al hablarme muy bajito, casi avergonzándote de quebrar el silencio que nos envuelve. Las obtengo cuando te pregunto si me quieres y me reprendes con tu mirada por gastar mi esfuerzo y mi saliva en cuestiones tan tontas.

Pero, al contrario de mis deseos, sigo durmiendo, y continúas sonriendo en la penumbra de la habitación, y sigues pasando una yema leve, sin apreturas, sobre mi piel canela y morena de playa y sal. Y, con el calor de la tarde septembrina como testigo mudo de nuestro encuentro, apurando ya los últimos días de verano, te obligas a seguir sonriendo mientras me recuerdas con el agua del Atlántico a media pierna y la espuma salada entremetiéndose por mis dos muslos.

miércoles, 2 de septiembre de 2009




Mmmm... Desde ayer algo raro le pasa a mi blog, me refiero a su configuración, al menos con el Explorer (no lo he probado a ver con Firefox, pero lo cierto es que el Explorer nunca me dio problemas). La entrada de ayer está bien, pero el resto se ha desplazado hacia abajo y la izquierda, presentando un aspecto bastante feo. ¿Algún amable comedor de cerezas podría ayudarme y echarme una mano a ver si se puede solucionar? Mil gracias, de verdad.


martes, 1 de septiembre de 2009

¡¡Feliz Año Nuevo!!




Que no, que no me he vuelto loca. Que el 1 de septiembre se postula, cada año con más fuerza, como el verdadero inicio de un año nuevo. Terminan las vacaciones para casi todos, los estudiantes remolones que vivieron la buena vida durante el curso vuelven a sus exámenes, todos, los más mayores y los más jóvenes, a sus clases, al reencuentro con sus compañeros, con sus maestros (recordarán los más voraces e impenitentes seguidores de estas Cerezas y Guindas que me gusta utilizar la palabra "maestro" y no "profesor"), retornarán a sus bocatas de chorizo, a sus zumitos en brick, a sus juegos o charlas en el patio, viviendo quizá los primeros amores entre miradas furtivas y medias sonrisas. ¡Cuántos recuerdos!


Y nosotros, adultos, los más afortunados que tenemos un trabajo, no tengamos ningún tipo de síndrome post vacacional, como se ha puesto tan de moda en estos últimos años, porque considero que sentir esto es un insulto hacia esos millones que se encuentran en paro y que rezan porque pudieran levantarse cada mañana a las siete menos cuarto, como es mi caso, o volver de unas merecidas vacaciones para enfrentarse a montañas de papeles en la oficina o a la llave inglesa en el taller.


Con mis mejores deseos de que este septiembre y los meses venideros vengan cargados de prosperidad y cosas buenas para todos, les deseo... ¡Feliz Año Nuevo! Y no, no me he vuelto loca.

lunes, 31 de agosto de 2009

El otro día cayó en mis manos un folleto de ofertas de Carrefour, y a doble página allí se anunciaba que a partir de octubre se dejarán de distribuir bolsas de plástico. He leído hoy que la medida se adelanta a mañana en ciertas comunidades autónomas, como Madrid y el País Vasco. La duda ha surgido entre muchos consumidores, pues se habla de que esta actuación tiene dos caras, y que no tienen que ver con el medio ambiente: por un lado, el ahorro de las bolsas que actualmente dan gratis, y por otro, las ganancias al vender más bolsas de basura que hasta ahora. ¿Por qué simplemente no cambian esas bolsas por otras ecológicas? ¿Puede ser porque les salen más caras? ¿Bajarán los precios de los productos -beneficiando por tanto al consumidor- al poner en marcha este ahorro? ¿También Carrefour dejará de envasar gran parte de sus productos de "marca blanca" con cartones y más cartones no reciclados, porexpán y plástico film? ¿Bajarán el termostato de la parte de refrigerados o nos veremos a seguir obligados a ponernos la rebequita cuando pasemos al lado de los quesitos El Caserío? ¿Me tendré que seguir poniendo en manga corta en Navidades porque la temperatura de la calefacción alcanza casi los 30º? Mmm... muchas preguntas en el aire.


En principio, la medida me parece estupenda, e incluso los habituales devoradores de estas Cerezas y Guindas habrán observado en la columna de la izquierda un logo que viene a decir que nos desembolsemos del plástico. Y yo misma recomiendo a pie de imagen que se utilicen lo menos posible.


Yo, por ejemplo, cuando voy al super, generalmente voy con mi carrito y dentro llevo una bolsa de estas grandes, de color verde claro que compras en Carrefour por un euro. Son fantásticas en cuanto a capacidad y resistencia, y como lleno el carrito con mi compra sin utilizar bolsas, pues la verdad es que llego a casa sin ninguna. Aunque... es de un tipo de rafia plastificada, la verdad. :-(( Y también comprendo que mi compra de una semana para dos personas no es comparable a mensual para una familia de cinco miembros... :-((


No me gustaba comprar la fruta en el super donde voy generalmente (Mercadona), porque me encanta ir a los dos fruteros de abajo, pero sobre todo porque todo -y cuando digo todo, quiero decir absolutamente todo- estaba envuelto con papel film y en una de esas bandejitas que tanto contaminan: desde el tomate, al pepino, pasando por las uvas o las mandarinas. Por eso jamás he comprado la fruta en Mercadona: me negaba. Menos mal que ya por fin ofrecen la fruta al peso. Un pasito más. Aunque sigo comprando la fruta en Paco, o en Juan. (Lo malo es que Paco o Juan meten las compras del resto de señoras en bolsas de plástico. :-((


Como curiosidad, dos anécdotas. La primera es que debo ser de las pocas personas que voy con mi bolsa reutilizable (sí, la verde del Carrefour) al Mercadona, pues mucha gente, mientras mete su compra en bolsas y más bolsas, se me queda mirando (incluidas las cajeras: el primer día que entré con ella doblada en mi mano, una de ellas casi me radiografió para ver qué llevaba). La otra es que odio, odio profundamente comprar una caja de Almax en la farmacia y que me la vayan a meter en una bolsita, que, de tan minúscula que es, no podría luego reciclar para nada, sino en todo caso para tirarla directamente al contenedor amarillo. "Nooooooo, gracias, no me dé bolsita", es mi letanía mientras introduzco el medicamento en mi bolso. Pues bien, los farmaceúticos de mi farmacia de toda la vida ya me conocen y no me la dan, pero me ha ocurrido ya un montón de veces que, si compro en una farmacia no habitual, me lanzan una sonrisita de entre incredulidad y burla. Sí, como lo leen: burla, como si yo estuviera pidiendo algo raro, y de hecho más de uno me pregunta con la puñetera sonrisita: "¿No? ¿No quiere bolsita de verdad?" (Noooooo, puñetas). Bueno, en el fondo creo que todavía es algo raro, sí, aunque espero, por el bien del medio ambiente, que poco a poco vaya sonándoles como algo normal porque sea una cosa cotidiana.


Ahora bien, mi gran duda surge cuando si usas las bolsas de plástico para tirar la basura, y ahora te quedas sin ellas, y tienes que comprar bolsas de basura (que en el 99 por ciento de los casos son no biodegrables porque son más baratas)... ¿dónde está el ecologismo que pregona Carrefour? Porque a mí me da que este cambio es un poco cutre, y me explico. Resulta que quieren quitar las bolsas de plástico, pero si tengo que comprar bolsas para tirar la basura... ¿pues no sería mucho mejor regalar otras biodegradables y fomentar con campañas o bonos descuento, como se hace en otros países, el consumo de las reciclables? ¿Por qué no se suprimen tantas bandejitas y envoltorios en carne, frutas, y otros productos? Ahhhh... claro, es que nos lo cobran cuando estos productos son pesados.


Y hablando de medio ambiente, aunque es cierto que cada bolsa, de media, genera unos 10 g. de CO2, ¿cuántos kgs. se generan de CO2 si se va al hiper en el coche?. Yo soy afortunada porque tengo el super al lado y llego en diez minutos andando (con mi carrito y mi bolsa grande y verde dentro :-), pero comprendo a aquellos que les pilla lejos o que tienen que hacer una compra muy grande, y que no pueden prescindir de ir en coche (yo es que no tengo, y para mi vida diaria me muevo en bus, la verdad). Una espinosa cuestión, sin duda.


Yo opino que entre un noventa o un noventa y pico de personas usábamos las bolsas de plástico (síííííííííííí, yo también tengo en casa, porque en alguna ocasión tuve que cogerlas por fuerza ya que no llevaba bolsa a mano) para tirar la basura, o para llevar los recipientes para reciclar al contenedor amarillo, o el papel al azul, o el verde al vidrio, con lo cual si tenemos que comprar bolsas de basura no veo mucho ahorro ecológico, sinceramente. Además, en mi caso concreto, con dos personas en casa, una bolsa de basura sería realmente enorme para llenarla en un día, con lo que habría que bajarla cada noche casi vacía, aumentando el consiguiente consumo de bolsas, ya que por el mal olor no se puede ir acumulando la basura hasta llenar la bolsa. Vamos, que es como la pescadilla que se muerde la cola. Y debo confesar que lo primero que pensé cuando vi el folleto de Carrefour y leí dicha medida fue: "Caramba, ahora ya no voy a poder usarlas para la basura y sobre todo para reciclar los envases" :-(( .Solución: compraré bolsas de basura biodegradables... aunque son más caras.


En resumen: que estupendo que nos quiten de una puñetera vez las contaminantes bolsas de plástico, ya que nuestra naturaleza y nuestro futuro (léase nuestros niños) así lo merecen, pero que se fomente el uso de las bolsas reutilizables (no cobrándolas, por ejemplo), o también obligando a que todas, a corto plazo, se fabriquen biodegradables. Con respecto a bolsas de cartón o de papel, uf, no sé, porque... ¿de dónde sale el papel? Sí, de los árboles. A menos que se utilicen bolsas de papel y cartón reciclados, que, digo yo, podría ser otra solución.


Les dejo, que tras tantas preguntas, dudas y contradicciones, voy a tirar la basura en una de mis últimas bolsas del super.

sábado, 29 de agosto de 2009

"Cuando Michael Jackson canta, lo hace con la voz de los ángeles, y cuando sus pies se mueven, puedes ver a Dios bailando" (Bob Geldof, cantante e impulsor de Live Aid).


"Creo que el mundo tiene mayor colorido gracias al trabajo de Michael" (Brian May, guitarrista de QUEEN)



Para Faly... ¿A quién si no?


Llevo mucho, mucho tiempo sin escribir. A veces me ocurre, como más de uno de ustedes sabe. Navego en un mar fértil de inspiración, surgen una tras otras las palabras, las imágenes, los recuerdos quieren tomar forma y pugnan por salir afuera a través de poesías, pensamientos, textos más o menos conseguidos. Muchas de estas cerezas se inspiran en noticias que he leído, en reportajes que he visto. Otras guindas son relatos, poemas, palabras que surgen de ideas y que se muestran en este gran cesto de cerezas y guindas que lleva tiempo sin llenarse. Ya lo dije en marzo, cuando hice el intento de retomar este blog que tanto me gusta y que tantas satisfacciones me ha reportado: que me encontraba totalmente bloqueada y que no me sentía con fuerzas para escribir. Lo intenté, sí, pero fue sólo un oasis en medio del desierto de la desesperación. Más de una vez me dije: "Hoy me pongo", pero sólo el que sabe lo que es el bloqueo, me entenderá.



Por eso no he escrito, por eso no he actualizado el blog, por eso no me he pasado por los rinconcitos de tantos amigos, desconocidos maravillosos que me han abierto su vida y su corazón a través de sus imágenes, de sus palabras, de sus sentimientos en forma de frases bellas que me enriquecían cada noche como persona. ¡Cuántas veces, al leerlo, me he sentido avergonzada de mis escritos frente a la inmensa calidad de lo que leía!



Tampoco me acerqué por mis cerezas y mis guindas para ir llenando el cesto porque no he estado demasiado bien de salud, la verdad. Y he preferido encontrarme mejor para ordenar un poquito la cesta de mimbre, quitar alguna que otra cerecita que ya estaba pasada, y hoy, especialmente, para desearle feliz cumpleaños a un ángel que nos abandonó hace un par de meses, aunque... siempre estará en nuestros corazones.



Todo aquel que me conoce sabe que siempre me ha encantado Michael Jackson. Es cierto que nunca tuve la oportunidad de ir a verlo en concierto, como me ocurrió con Madonna, ¡ojalá!, pero también es cierto que desde que ya los Jacksons eran adultos, yo con unos once años, empecé a comprarme sus discos y ya cuando salió el Off the wall, esa maravilla que supuso ser el primer disco en solitario de Michael, no paraba de oírlo una y otra vez. A mí siempre me ha gustado muchísimo el sonido disco de los últimos años setenta, y aunque era pequeña para salir y mucho menos para entrar y bailar en discotecas, yo me montaba la disco por mi cuenta en mi habitación y me ponía las canciones de The Jacksons y de Michael y me hinchaba a montar mis propias coreografías. Siempre he adorado bailar y considero que uno de mis grandes maestros y el reflejo donde mirarme era Michael. Cuando, posteriormente, salió el Thriller, coincidió más o menos cuando yo empecé en la radio con 16 años, en 1984, así que imagínense lo que me marcó. Me faltó tiempo para ir a comprarme ese excepcional vinilo que tanta compañía me brindó y que no volví transparente de milagro de tanto y tanto pincharlo en mi casa... Bad, Dangerous, HIStory y tantas recopilaciones iban completando mi sed de Jacksonmanía que, aunque no llega a los extremos de mi queridísima Faly (amiga, hermana, confidente y apoyo), no lo ha sido quizá porque un trocito de mi corazón quedó para la reina del pop: mi descarada y espléndida Madonna.



Quizá por ello algunos se hayan sorprendido ahora, cuando ha fallecido Michael, y creen que lo he descubierto a raíz de tantos homenajes y noticias. Es cierto que estoy disfrutando, gracias al insustituible internet, de archivos y actuaciones, sobre todo de Jacksons 5ive, que desconocía y que jamás había visto. Pero también es cierto que de vez en cuando, en estos años anteriores, me sentaba frente a la pantalla y me ponía a ver a Michael en concierto, o mientras hacía las tareas de la casa oía el Billie Jean (mi favorita) o el Leave me alone, o el Wanna be startin' something, o el.... Por cierto, una de mis mayores satisfacciones es que Laura, a sus 10 años, está "descubriendo" a MJ como indiscutible y genial bailarín, cantante y showman. Me encanta verla embobada, con la boca literalmente abierta, mientras él hace diabluras sobre el escenario con sus pies y sus brazos. Precisamente Fred Astaire le dijo, tras verle bailar por primera vez el Moonwalk, que "tenía el diablo en su cuerpo".



Para mí, Michael es estratosférico, por eso yo muchas veces decía de broma: "Cuando me entierren, que me pongan de fondo a Madonna". Porque a ella no, pero a él lo considero tan, tan genial, que lo sitúo en la galería de los intocables, casi, casi, dioses.



Michael, feliz 51 cumpleaños allá donde te encuentres, que seguro será, por tu enorme corazón, con los ángeles más dulces. Por hacerme disfrutar, por hacerme bailar, por hacerme cantar, por hacerme soñar... Te quiero, Mike.






miércoles, 11 de marzo de 2009








Cinco años ya.

Yo iba camino de mi trabajo tras haber dejado a Laura en el cole. Me daba el tiempo justo para llegar a la pequeña oficina de Mapfre donde durante unos meses trabajé como administrativa. Eran las nueve y diez cuando, por el camino, oí a dos personas cuchichear: "Ha sido horrible, hijos de puta". Un estremecimiento me recorrió el cuerpo porque en ese momento supe que hablaban de algo espantoso. No sé por qué, pero intuí que no era algo que había ocurrido allí cerca, supe -repito, no sé por qué-, que se había tratado de un atentado. Imagino que la expresión "hijos de puta" ayudó a ello. Poco podía imaginarme el alcance de lo que en realidad había ocurrido. A cuentagotas fue llegando la información a la diminuta oficina. Tan diminuta que ni siquiera teníamos mi jefe y yo una radio, aunque fuese de bolsillo. Pero recuerdo que esa mañana llegó el técnico de Telefónica para instalarnos el ADSL, y traía noticias frescas. Noticias negras, desalentadoras, tristes. Tras él, las llamadas del jefe de la oficina central, como un trasunto del reportero de última hora que asiste a una tragedia. "Veinte muertos, cuarenta muertos, ochenta muertos, no, espera, que son cien, no, que son ciento treinta, que son"... Un velo negro de desconcierto se cernió sobre nosotros desde entonces.

Cinco años ya.

Sabed que, cinco años después, estáis en nuestros corazones. Y, porque sé que nunca olvidaremos qué hacíamos aquella mañana de marzo, a punto de despedirse el invierno, sé que lo estaréis siempre.



domingo, 8 de marzo de 2009






Los que me conocen y me leen saben perfectamente que no me hacen demasiada gracia los "Días de", es decir, los días dedicados en el año a alguna entidad, labor, patología o colectivo. Hoy es Día Internacional de la Mujer y sólo quería recordar que todos los días son nuestro día, que siempre es el momento ideal para conseguir esa tan deseada conciliación (real) entre vida laboral y familiar, que siempre hay que luchar por el fin de la esclavitud sexual o la ablación del clítoris, entre otros abusos a mujeres, sean en nombre de un mercado que existe y que tristemente está ahí, o en nombre de una tradición que es rechazable por completo. Que siempre existan las mismas oportunidades en cuanto al empleo, al sueldo, a las oportunidades para estudiar y aspirar a un trabajo digno. Que frenen las cifras de mujeres que mueren en algo que por esencia es natural, como es un parto. Que se tenga más en cuenta, cada día más, la voz de la mujer en el tejido empresarial, político, cultural y social. Que todos estos deseos no se queden en algo utópico y en palabras colgadas en este blog.

Desde el cariño a los hombres como nuestros compañeros y mitades complementarias, feliz día a todas nosotras, como felices asimismo deben ser los trescientos sesenta y cuatro días restantes del año.



jueves, 5 de marzo de 2009

Soledad en grises








Este lado vacío,
frío, gris,
de mi cama,
es el hueco infame
de tu ausencia prolongada.

Aunque vista mi cama
de colores de alegría,
de infausta ceniza
torna por tu falta.

Amor,
¿dónde estás que no apareces?
Mi grito en la noche te busca,
en recónditos huecos negros,
y te susurra, derrotada,
que sin querer me resigno
a estar de mí misma acompañada.

sábado, 28 de febrero de 2009

Tiemblo




Desorientada, una vez que he metido mis datos y mi contraseña, no atino a encontrar el camino que ya se había vuelto delicioso por lo rutinario: "Escritorio/Ver blog/Escribir nueva entrada". Pero, pasados unos segundos, mis dedos han dado con las teclas adecuadas, y, temblorosa, me decido a escribir.


Han sido dos meses de silencio, en parte por un estremecedor bloqueo que aún me dura y que espero se me pase ya, porque sin escribir no concibo mi vida. Necesito escribir y leer como preciso comer, beber, besar a mis hijos, ir a trabajar, ducharme, conmoverme con un adagio o simplemente enamorarme.


Ha sido mucho tiempo sin cerezas y guindas... Una navidad bastante más gris para todos que en anteriores ocasiones, decenas de niños palestinos muertos por las asesinas bombas de racimo, la esperanza en forma de un joven presidente negro que un día, de niño, dijo que iba a gobernar el país más poderoso del mundo, la enfermedad de mi madre que la llevó un mes al hospital, la noticia inesperada de una enfermedad de alguien a quien quiero mucho -pero que felizmente parece que la lleva muy bien, gracias a Dios-, el fallecimiento de una persona muy allegada a mi familia y que es como si en realidad lo fuera, otra noticia de otra enfermedad -algo que me ha afectado tan profundamente que jamás lo comprenderían ustedes, y, sin embargo, de lo que no puedo deshogarme aquí, a la vista de todos, aunque me encantaría-, cientos, miles de obligaciones familiares y laborales, la avería gordísima de mi ordenador, felizmente reparado -aunque no sé por cuánto tiempo-, la desidia, pero, sobre todo el bloqueo, ese maldito bloqueo que no se disipaba ni siquiera con el consuelo de las voces amigas que me echaban de menos. "Belén, ¿dónde estás?", "Belén, sigo viniendo", "Belén, que desde el 1 de diciembre no escribes", "Belén, que es una lástima que no podamos leerte"... Y Belén, abrumada porque no se le ocurría nada, o, mejor dicho, porque no quería que se le ocurriera nada, se sentía triste, muy triste de no ser capaz de renovar la cajita de cerezas que ya se estaban quedando mustias y arrugadas... De hecho, sólo fui capaz de entrar dos veces desde un ordenador amigo para echar un vistazo. No pude entrar más. No me atrevía.


Aún desorientada, tiemblo porque quiero iniciar de nuevo el mágico camino de la danza de las letras que vayan llenando esta cajita. Y sé por qué digo lo de "tiemblo"... No sé si seré capaz, pero voy a intentarlo.


Sé que se lo debo, a pesar del bloqueo, a más de una persona. A todos los que me siguen, me quieren y me leen, y a los que mordisquean estas cerezas. Gracias.


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