lunes, 1 de diciembre de 2008

Las manos de Aziza






Aziza, afgana, tenía doce años cuando el militar que, cobrándose una deuda impagada de su padre, se fue a casar con su hermana adolescente, la eligió a ella. Su hermana había huido, aterrorizada ante el panorama que se le presentaba.

Aziza, recién casada con sus doce añitos, tuvo que vestir el burka como las mujeres de su país y someterse a la disciplina y autoritarismo de su marido. Por algo sólo era mujer.

Aziza, cuando tenía dieciséis años, hizo pan un día, como lo había hecho tantos. Pero ese día quizá estaba soñando con que le regalaban flores, o una cinta para el pelo, o con ver el sol sin el enrejado de la burka por delante. Y coció mal el pan. Se le pasó el tiempo y lo quemó.

Aziza, horrorizada, fue víctima de la mala bestia de su marido que, en venganza por ese pan quemado, le achicharró los brazos y medio cuerpo. Su cuerpecillo de niña-mujer se lo comieron las llamas, y sus dedos quedaron tiesos, agarrotados, inservibles.

Aziza vive ahora, junto con otras compañeras, en una de las escasas casas de acogida para mujeres maltratadas que existen en Afganistán. Ilusionadísimas, las mujeres, en su mayoría muchachas de la edad de Aziza, organizaron una lectura de poemas, canto de canciones populares, y piezas teatrales donde describen su tortura: un sencillo acto al que invitaron a diferentes personalidades de confianza, pues no todos pueden saber dónde se encuentran encerradas estas criaturas, todo sea por su seguridad.

Aziza vio, desencantada y desilusionada al igual que sus compañeras, como nadie acudía al acto. El "fallo" estuvo en que las niñas, pobres mujeres-niñas quemadas, mutiladas y maltratadas en su carne y en su alma, organizaron los actos el día 26 de noviembre, un día después del Día contra la violencia de género. Lo hicieron así para no "estorbar" a los actos oficiales. Las fotos, la comparecencia ante los medios, fue el dia 25. El 26 ya no le importaba a nadie, pues ningún medio iba a cubrir lo que entonces ocurriera. Ya todos estaban ocupados, que fue lo que alegaron como excusa.

Leo esta noticia y pienso que me repugna igualmente el acto horroroso de las quemaduras y maltratos a estas mujeres-niñas, que la gran patada que las autoridades les han dado con su indiferencia. Pobre Aziza.


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