lunes, 18 de junio de 2007

Ese laberinto misterioso


Acabo de leer en un artículo de Andrés Trapiello una frase que me ha encantado: El deseo es siempre un laberinto misterioso.



El deseo de escribir, en este caso, es también un intrincado laberinto, zigzagueante y trufado de recovecos. Cuando las Musas nos son propicias, las calles del laberinto aparecen rectas, llanas, sin ningún obstáculo que salvar, sin ningún recodo que adivinar.



Sin embargo, cuando las Musas deciden abandonarnos por un tiempo, sólo alcanzamos a ver recodos siniestros y caminos sinuosos en forma de virtual folio en blanco. Son meandros secos lo que en otro tiempo fueron rebosantes fuentes de manantial.



Escribir, como siempre he hecho, desde hace años, sobre lo que me aflige, sobre lo que me emociona, sobre lo que hace que me enamore, sobre mi enamorado en ese momento, sobre mis sentimientos, sobre los sentimientos de los otros, sobre lo que me hace sonreír, sobre lo que me hace reflexionar, sobre mis lágrimas, sobre un simple pajarito que se apoya en el alfeízar de mi ventana, sobre el rostro de mis hijos cuando duermen plácidamente...



Sobre lo que me dé la gana y como me dé la gana.



En eso consiste, en esencia, el deseo de escribir: un laberinto misterioso. Y me apasiona recorrerlo a diario, con sus llanos y recovecos.

3 mordiscos a esta cereza:

Fauve, la petite sauvage dijo...

¡Ooooleeee! ;-)

A. dijo...

"El deseo de escribir es un laberinto misterioso". Me encanta la frase, es redonda.

Nunca dejes de adentrarte en el laberinto.

Belén Peralta dijo...

Muchas gracias a las dos. Gracias por leerme y gracias por estar ahí.

Nunca me cansaré de decíroslo.

Gracias. Buenas noches.

Belén.

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