lunes, 13 de agosto de 2007
Pasan cuatro minutos de las tres y media de la tarde. Hace 35 minutos que me has llamado, y aún estoy recordando tu voz. Me recuerda a la de un viejo amigo del cual te contaré la historia algún día, cuando estemos aburridos, cosa que, por otra parte, dudo.
Estaba a punto de desnudarme para darme una ducha, cuando he sentido la tremenda necesidad de mandarte un último correo. Bueno, al fin y al cabo, quizá no sea éste el último de hoy; probablemente, y si las circunstancias son favorables, te mande unas palabras antes de hablar esta noche contigo.
Podría contarte cómo me quitaré con parsimonia la ropa, lentamente, como un amante inexperto,con manos temblorosas, retiraría cada prenda del cuerpo del objeto de su pasión. Podría describirte exactamente el momento de levantar primero una pierna, luego la otra, para introducirlas en la bañera, a la espera de caer el agua sobre mi piel morena. Podría hacer que fueras tú el que me enjabonara el pelo con un suave champú, y formar mucha espuma mientras me masajeas con delicadeza el cuero cabelludo. Podría decirte cómo me enjabonaría de forma teatral con el gel de baño de aceite de almendras que uso siempre. Sí, de forma teatral con el perverso fin de excitarte, dedicándome así tus miradas lascivas en silencio.
Podría hacer también que fueras tú -¡otra vez tú!-, quien, situado detrás de mí y con mis manos debajo de las tuyas, me enjabonaras masajeando cada trocito de piel, mis pechos enormes, mis brazos dorados por el sol y la playa de Cádiz, mi vello rizado, mis piernas largas, largas y tan suaves como las de una ninfa adolescente... aunque sin su lozanía, pero eso sé que no te importa.
Podría contarte cómo me enjuago, con un agua tibia no excesivamente caliente, y cómo veo a mis pies los remolinos de agua, jabón y champú que tristemente abandonan mi cuerpo. Podría hacer de nuevo que fueras tú, como un criado fiel, el que me secara con dulzura y servidumbre, esperando quizá tu recompensa en forma de mis labios gruesos y entreabiertos, pero sin ofrecértelos del todo, tan sólo con el propósito de hacerte sufrir un poquito más.
Podría hacer todo eso... pero simplemente te aviso que voy a ducharme.
Para etiquetar en la cajita como: Guindillas picantes
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3 mordiscos a esta cereza:
¡Que expresiva manera de dar avisos!.
Dama, mis cordiales requiebros a usted...
Algo que se debiera decir ante esto, leedlo en "Gotas de Agua", la primera entrada, de otroras meses ha.
Afectos (me quedo en sus interesantes tierras).
HdQ
Un profundo respeto logra que nada cambie en mí tras leerte; bueno, algo si cambia: la alegría que me llega al ver que tu ánimo mejora.
Un saludo guinda de plata (cada vez más de oro
Hola a ambos y muchas gracias por pasaros por aquí...
Mi querido caballero que apenas ha aterrizado por estas tierras y ya visitando muchas de sus parcelas, regalando jugosos comentarios... Le mando un beso y sabe que le sigo en su andadura por las tierras del ciberespacio. Algo tan anacrónico (un caballero a la vieja usanza en el mundo virtual) y sin embargo tan coherente y con nada de locura en su interior. Leerle es un lujo, créame.
Mi queridísimo Corsario, mi dulce gallego... Qué más quisiera yo encontrarme mejor... Este escrito es de hace ya seis años; últimamente sabes que las musas no quieren visitarme y me han dejado de lado. Mi tristeza las ahuyenta y por eso no hay ningún relato nuevo... Gracias por tus ánimos, sabes que te quiero un montón. Espero irme recuperando con palabras tan hermosas como las tuyas.
Te mando mil besos con sabor a agua de mar.
B.
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