martes, 7 de agosto de 2007
Me lo prestaron hace unos meses, y, contrariamente a mi norma no escrita pero siempre cumplida de devolver enseguida aquello que me prestan -particularmente si se trata de libro, disco o dvd-, el libro, que empezó a ser devorado los primeros días, terminó dormitando en uno de los estantes del mueble del salón, por otro lado, abarrotado de libros. Cualquier día los estantes vuelven a ceder, como ya hicieron hace unos tres años en el lateral izquierdo del mueble, y otra vez los libros caerán, como aquella vez, igual que unas fichas de dominó, pero mucho más pesadas.
Hablo de La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón.
Me lo recomendaron vivamente, y con ese mismo ánimo me lo prestaron. "¿No lo has leído todavía? Es una delicia, es un libro precioso, vaya novela"... Y con esos antecedentes, y con unas ganas increíbles por desentrañar las mil y una historias que prometía me decidí a zambullirme en aquella Barcelona de la posguerra, entre libros olvidados, misterios familiares y policías corruptos y sinvergüenzas, ávidos de sangre gratuita.
Debo decir que me desanimé bastante cuando llevaba leídos varios capítulos y el libro no terminaba de engancharme. Aprendí a leer con tres años, es decir, antes de ir al colegio, donde entré con cuatro y ya sabiendo leer perfectamente. Desde entonces, los libros me han acompañado y a menudo me los he terminado en uno o en dos días a lo sumo. Por eso advertí la misma desazón que me acompañó cuando, con once años, no lograba terminarme aquel libro de tapas y lomo rojo y letras doradas que rezaba en su portada: "La madre. Máximo Gorki". Era un regalo de mis tíos. Comenzaba a leérmelo una y mil veces, y una y mil veces lo dejaba por imposible, aproximadamente por la página cincuenta. En esos momentos me daba rabia y no entendía el por qué no me entraba ese libro y siempre tenía que dejarlo. Me encantaba su comienzo, pero al ir adentrándome en la historia, se me atragantaba. Ahora, con la madurez de mis cuarenta años, comprendo que probablemente no era una lectura demasiado fácil para mis once. Habrá que rescatarlo de su duermevela eterna y de nuevo intentarlo. Sí, porque visto el fracaso en mi infancia, nunca me atreví a cogerlo en mi edad madura, y probablemente se ha reído de esta pobre ignorante desde la estantería donde me observa.
Igual me estaba pasando con La sombra del viento. Es indudable que no es siempre posible coincidir en gustos y que no siempre te agrada lo que le gusta al vecino. Pero si comprendí en su momento cuando me leí el insoportable El código Da Vinci -que me lo terminé para así poder opinar, pero no porque me atrayera, me pareció un auténtico ladrillo-, que a pesar de ser un best seller -o quizá por eso- y gustarle a mucha gente, si comprendí digo que hubiera muchos que lo dejaran a la mitad, no podía entender que me estuviera pasando lo mismo con La sombra del viento. Es normal que haya gente a la que no le haya agradado esta historia embutida en otras mil, pero hay muchas otras que alaban extraordinariamente el libro, que de hecho ya va por su nosecuánta edición. Por eso estaba picada con él y sabía que algún día acabaría cogiéndolo de nuevo y retomando su lectura. Como así hice, hace un par de noches. En dos días le cogí el gusto y me lo he terminado.
He de decir que finalmente me ha gustado mucho más de lo que pensaba iba a hacerlo, visto lo visto con aquellas primeras páginas que se me atravesaron, y que paulatinamente he ido enganchándome en la historia, aunque a veces me liaba con tantos personajes. No sabía que había muchos que habían criticado errores de sintaxis o frases anacrónicas -"me meto ahora en el sobre"-, como he ido leyendo en algunas críticas posteriores, pero es cierto que he hallado algunos, así como algún que otro error gramatical -el plural de maniquí, por ejemplo, es maniquíes, no maniquís, como figura en la historia-, pero considero que estos errores son pecata minuta al lado de la enorme complejidad de estructurar y redactar una novela que, por otro lado, contiene bellísimas metáforas, comparaciones, y una prosa poética de bella factura en muchas de sus líneas.
Dicen que Amenábar va a realizar su adaptación al cine y por supuesto iré a verla. Me apetece mucho volver a ver esa historia reconvertida en escenas digamos "reales". Para mí, un perfecto Daniel sería Daniel Brühl -brillante en Salvador Puig Antich-; Fumero lo interpretaría soberbiamente el excelente secundario Antonio Denchent -de quien me declaro ferviente admiradora-, y a Carmelo Gómez lo veo en la piel de Fermín Romero de Torres. Imanol Arias estaría muy bien en el papel del señor Sempere, padre de Daniel. Visto el excelente trabajo de Maribel Verdú en El laberinto del fauno, la veo como una sobria Nuria Monfort.
Volviendo al libro en sí, no sé si volveré a releérmelo algún día, pero La sombra del viento, en líneas generales, me ha gustado bastante y me alegro de que por fin me decidiera a retomarla y a zambullirme en esa Barcelona de la posguerra.
Ahora, a por La madre. Me espera el señor Gorki.
Para etiquetar en la cajita como: Reflexiones y comentarios
Subscribe to:
Enviar comentarios (Atom)
4 mordiscos a esta cereza:
Creo que La Sombra del Viento es sólo un fenómeno de marketing. Un libro flojo, con escenas absolutamente previsibles, personajes esquemáticos y final absolutamente desequilibrado con el resto de la novela. Creo que es la clásica obra de taller de literatura. Un poquitín de historia, otro poquitín de tensión, algo de intriga, gotitas de drama y final abracadabrante. La receta perfecta para un guiso que contente a todos los paladares. Algo parecido aunque a nivel local a aquellos libritos de Frederick Forsythe tan de moda en los 70. Sí, vale para una película pero como obra literaria es algo muy menor por muchas ediciones que venda. Así pienso yo.
Besos
Guinda
Hola Ginda:
Existen etapas de la vida en las cuales nos encontramos mas sensibilizados para determinadas lecturas.A mi me sucedio con "Cien años de soledad " del Nobel Gabriel Garcia Marquez.En el momento del boom , la verdad es que no pasaba de la pagina 10.Años despues lo retome y no lo pude dejar. Estoy en la cuarta relectura.
Algo similar me esta pasando con "2006" de Roberto Bolaño. Estoy atorada aun en sus primeras paginaS y no le encuentro el gusto.
Este problema es mas corriente de lo que uno cree entre quienes somos grandes lectores puesto que es ahi donde estan los espiritus mas insatisfechos.
Soy un asiduo visitante a tu BLOG pero nunca habia escrito no sé porqué. A mí lo que más me molesta es recibir libros de regalo, si hay algo que no me gusta es tener que leer por obligación, algo así me pasaba en la escuela.
Saludos
Pues, finalmente, dejé de nuevo dormitando al señor Gorki -y, perdonen el chiste fácil, a su señora madre-, y he elegido un libro que me ha prestado mi hermana: La dama número trece, de José Carlos Somoza, de Areté (Mondadori,2003). ¿Tiene alguno de ustedes referencias de este libro o del autor? No los conocía, y perdón por mi ignorancia. A ver qué tal es el libro.
Doctorcito, me alegro mucho de volver a verle por estos andurriales. Veo que no le gustó La sombra del viento casi nada (quizá por eso me costó tanto trabajo cogerle el tranquillo...)
Pero tiene usted razón, yo también creo que el libro es mucho más válido como base para el futuro guión de una película -si la firma Amenábar creo que sería bastante buena- que como bien dice usted, como obra literaria. Por eso puse al final que no sé si algún día volveré a releerla, porque aunque al final me ha gustado y logró engancharme, no lo ha hecho como con otros libros que he leído. Habrá que ver la continuidad de Zafón dentro del mundillo de las letras y que demuestre su talento...
Querida Mónica, muchísimas gracias por dejar aquí su comentario. Además lo hace sobre mi escritor favorito, mi auténtica debilidad como es García Márquez. Mi hermano mayor, que me lleva diez años, fue, con sus libros y más libros de García Márquez sobre la mesilla de noche y en el mueble de su habitación, quien me inculcó el amor por la obra de este grandioso escritor. Me recuerdo con diez, once, doce años, tomando entre las manos aquellos libros con unos títulos tan sugerentes como Ojos de perro azul o El coronel no tiene quien le escriba, y me los leía de un tirón. Pero sobre todo, el que me llamó mucho la atención fue uno que se titulaba Todos los cuentos. Lo abrí y empecé a devorar aquella recopilación de relatos, y, sobre todo, el de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada. Lo releí decenas de veces. Me fascinaba la descripción de la abuela, mientras la chica la bañaba, la de ese viento que provocó el fuego de la desgracia de la chica, o la narración de la situación cuando la abuela la prostituyó,y mil cosas más... Su párrafo final me parece estremecedor.
Mónica, García Márquez también se me "atragantó" con su Cien años de soledad, a pesar de que el autor me gustaba tanto, pero ya con unos años más, me decidí a plantarle cara de una vez y se ha convertido en una de mis obras imprescindibles.
Me ha encantado su frase final, ya que la veo muy acertada, y sí, creo que sí, ha dado en el clavo: los lectores somos espíritus insatisfechos y siempre queremos más.
Ángel azul: Muchísimas gracias por dejar su comentario. Me encanta que un asiduo visitante que no comentaba, lo haga ahora y espero además que no sea la última vez. Me he pasado por su blog y me han encantado las fotografías. A mí también me apasiona el arte fotográfico, sobre todo desnudos en blanco y negro. A mí sí me gusta mucho que me regalen libros y de hecho es uno de los regalos que suelo hacer. Por cierto, uno de mis autores favoritos es Paul Auster y el primer libro que leí de él fue El libro de las ilusiones, que fue un regalo y me abrió las puertas a su obra.
Al de las camisetas... pues nada, que supongo que el aguantar spam es también un precio que hay que pagar por tener un blog. ;-))
Un beso a todos. Están en su casa.
Publicar un comentario