sábado, 20 de septiembre de 2008
Naufragué en tus aguas
y nadé hasta caer,
exhausta,
en la isla que eras tú.
Descubrí tus mil rincones,
intrépida exploradora,
recorriendo de tu cuerpo
(y en tu cuerpo)
las grutas ignotas
que a mí se ofrecían.
Tuve miedo a fallar,
y me acogió la red de tus brazos.
Así que, ahíta de besos,
fragancias intensas y caricias de miel,
me abandoné en la selva de tu isla
y quise que nunca jamás me encontraran.
Para etiquetar en la cajita como: Prosa en vertical
Subscribe to:
Enviar comentarios (Atom)
6 mordiscos a esta cereza:
Pero tanta dulzura llama...
y a ti se llega como a la
alta palmera cundo reclama
el nido a su pájaro...
A ti se llega por los trinos!
♥♥♥besos♥♥♥
No te preocupes. Aunque te encuentre no se lo diré a nadie. De un naufragio así, yo tampoco querría que me recatasen
Afortunada naufraga...
Besos
¡Precioso siempre lo que dices, Mía, es poesía pura! Muchas gracias, de verdad, me encantan tus comentarios.
Doctor V., si siempre me gusta muchísimo lo que pones y cómo lo pones, ni te imaginas cuánto me han encantado tus palabras de hoy... Ni te imaginas. Me han enamorado.
Ay mi lobito... Hacía tiempo que no te veía y siempre es un gusto hacerlo, cielo. Gracias.
Besos a los tres. Sois muy, muy amables. :-))))
B.
El náufrago,
cuando está a salvo,
siempre crece desde dentro.
Un beso
PS: ¡Buen lugar para abandonarse y desaparecer!
Sí, querido Noray, y es que parece que las dificultades ayudan a hacernos más fuertes...
Besos llenos de cariño y agradecimiento,
B.
Publicar un comentario