jueves, 4 de septiembre de 2008
Eva se mira al espejo. Sueña con que algún día, quizá no demasiado lejano, enseñará a sus alumnos todo lo que ha aprendido... y lo que le quedará aún por aprender. Se enamorará de algunos de ellos, de esos hoyuelos en mejillas sonrosadas, de manos gordezuelas aprendiendo a hacer lazos y a abotonar nácares rebeldes, de los huecos que dejaron las paletas de leche, pedigüeñas fervorosas de pacientes Ratoncitos Pérez.
Pero, ¿por qué maestra? Quizá Eva sea algún día periodista. Recorrerá el mundo pegada a un cámara fiel, moderno escudero con el que recorrerá barrios marginales con casas sembradas de cucarachas como conejos. O quizá termine de corresponsal en la otra punta del planeta, abriéndonos los ojos y demostrándonos que detrás de nuestra tele de plasma existen más vidas.
Quizá sea científica biomolecular y sea ella la que halle la vacuna contra el sida, o encuentre la esperada definitiva solución al cáncer. Trocará con sus dedos de sabia los llantos por las sonrisas, las palabras desesperadas por rogatorias para una ventura merecida hasta el fin de sus días.
No. Le gustará ser matemática, desarrollando nuevas fórmulas y teorías entre montañas de papeles garabateados hasta la indecencia y pizarras mágicas que un día mostraron un blanco insultante. Le costará hallar un hueco para sus operaciones trigonométricas y descansará aliviada sólo cuando encuentre el fin del enigma en "las ecuaciones de Navier-Stokes", aún por resolver en pleno siglo XXI.
Lo suyo, definitivamente, será la música. Distinguirá una corchea de una semifusa, una pieza de Bach de otra de Händel, una tiorba de un laúd, llegará a ser directora de orquesta y los admiradores, rendidos, le regalarán los hermosos ramos de flores con los que nadie nunca la sorprendió.
Eva, del espejo, pasa a observar la lluvia tras el cristal. Baña sus ojos en esperanza a pesar de la tristeza y, mientras aguarda un nuevo cliente en el burdel, sigue repasando sus libros, empeñada en sacarse los estudios de Bachillerato. Se mira en su propio espejo interior e imagina que quizá algún día llegue a ser astrofísica. Eva es muy tozuda.
Para etiquetar en la cajita como: Cerezas y guindas dulces
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8 mordiscos a esta cereza:
Cuando te pones, eres tremebunda. ¿Cómo se te ha ocurrido escribir algo tan increíblemente hermoso?
Doctorcito... que me ruborizas.
Se me ocurrió, como siempre me pasa, en un "flash". Pensé: "Eva, prostituta, mientras espera clientes, estudia".
Y de ahí nació en cinco minutos...
Besos,
B.
Hay tozudeces que lo consiguen todo.Eva se lo merece. Lo conseguirá, seguro
Me encanta tu comentario, Vitamorte, porque me recuerda muchísimo a mí misma.
Comencé a trabajar en la radio con 16 años, y aunque estudié hasta la selectividad mientras trabajaba, no tengo título universitario alguno. Pero algún día, algún día, seguro que lo obtendré -por ahora es algo complicado-.
Te lo digo yo, que a tozuda no me gana nadie... ;-)
Sigue, algún día lo conseguirás. Eva también debe seguir...
Abrazos a las dos
... Abrazos y besos llenos de música también para ti, Lola.
Gracias. :-))
B.
Un texto precioso.
Tienes mucho gusto para elegir las fotografías.
La tozudez lo consigue todo, digo qué sí.
Un beso.
Muchas gracias, cariño, tanto por lo del texto, como por lo de las fotos. Me paso mucho tiempo escogiéndolas a conciencia. Y, en este caso, sabía que "ella" era Eva. Mi tozuda Eva. Igual de tozuda que yo.
Besos enormes, Rocío.
B.
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