sábado, 11 de octubre de 2008

Mis papás de verdad









A todos aquellos papás que lo fueron de verdad.



Desde pequeña, noté que algo raro pasaba en mí. Me refiero a mi físico, incluso a mi forma de ser. Era una niña normal. Tenía dos ojos, dos orejas, una nariz diminuta y respingona –“nariz de hada” decía mi papá-, y dos brazos y dos piernas y hasta un ombligo que denotaba que era humana, que había nacido de una mamá y que no era un marciano como yo imaginaba. Porque a veces me veía tan diferente de mi papá y de mi mamá, y también de mis hermanitos, que me quedaba un rato así, observándome en el espejo o mirando fuera a través de la ventana, como estoy ahora, y aunque me hablaran no atendía. Pensaba en que, aunque era feliz allí, en aquella casa inmensa, algo fallaba.

Y no sería porque me faltaran lujos ni cuidados. Todos los días Luisa, una de las doncellas de mamá, me arreglaba las coletas y ayudaba a vestirme antes de servirme el desayuno en la gran cocina de casa. Me gustaba tomar su cacao bien caliente, porque ella lo preparaba de forma especial, y me encantaba mojar el dedo en la mermelada que la mujer echaba a un lado del platito de las tortas. Tortitas recién hechas que me sabían a puritita gloria. Mi mamá solía decir que si se le pudiese pegar un mordisco al cielo, seguro que sabía a las tortitas de Luisa. Ella simplemente bajaba los ojos y sonreía como muestra de agradecimiento. Nunca le vi mirarle mucho rato a los ojos. Mamá era buena, pero imagino que tanto Luisa como Juan, su marido, nuestro chófer, así como los demás criados, les tenían demasiado respeto como para cometer equivocaciones tontas que les hicieran ganar alguna reprimenda, o, lo que es peor, perder sus puestos de trabajo.

Pasaban los años y, conforme iba creciendo, más iba advirtiendo la diferencia –por dentro y por fuera- entre mis dos hermanos, un chico y una chica, y yo. Ellos sí se parecían, tanto en su cara, como en sus gestos, o en su carácter. Yo sospechaba tantas cosas que incluso alguna vez le pregunté a mi mamá si yo era adoptada. “Pero… ¿qué tonterías dices, Alejandra?”, me decía, mientras una leve sonrisa intentaba ocultar lo que yo constataba como certera incomodidad. A tal punto me hice pesada que una vez en que la miré fijamente a los ojos tras preguntarle la misma cuestión, una bofetada me cruzó el rostro tras escuchar una breve reprimenda. “Como vuelvas a decir eso más, te vas a enterar”, me dijo, colérica. Les juro que no me dolió aquella bofetada, que aquellos dedos estampándose contra mi rostro no me parecieron pequeños látigos como así fueron en realidad. Y esto fue así porque en aquel momento me di cuenta de que, efectivamente, algo raro ocurría en aquella quinta inmensa, donde los bellos jardines me servían para dar largos paseos y concentrarme en mis pensamientos, mientras año tras año iba creciendo y convirtiéndome en mujer.

Estaba a punto de licenciarme en Historia cuando resolví que con mi bagaje, mis sospechas no podían quedarse en agua de borrajas. Necesitaba saber de una vez qué era lo que me atormentaba, aunque no lo supiera realmente. No tenía ni idea de por dónde comenzar, ni en dónde buscar; ni siquiera era consciente de que tuviera que hallar algo en realidad. Mi afán investigador empezó a dar sus frutos: revolví viejos periódicos en la hemeroteca de la biblioteca pública, indagué entre los profesores de la Universidad, navegué horas y horas en la red quitándole tiempo a mi propia carrera en busca de otra carrera: la que debía jugar contra el tiempo, porque día que pasaba, día que me atormentaba más y más en busca de una respuesta coherente a algo que no sabía exactamente qué era.

Ahora, cuando ya han pasado veinte años desde que empecé esa búsqueda loca, me llega la noticia de que Jorge Videla, “el Hitler de la Pampa” como se le conoce, tendrá que volver a prisión y abandonar el arresto domiciliario que permitía que durmiera hasta ahora en una mullida cama rodeado de comodidades. Él fue quien autorizó que mi papá y mi mamá fueran torturados con la picana y arrojados vivos al mar desde un avión. Mis papás verdaderos, claro, porque de los otros, aquellos que me acogieron en su quinta inmensa y a los que no me parecía en nada, ni en su cara, ni en sus gestos, ni en sus caracteres, renegué en cuanto me enteré de su sucia trampa. Una trampa que urdieron para quedarse con un capricho: con una nena que no era suya y que nunca jamás lo sería de verdad.

26 mordiscos a esta cereza:

Luis Antonio dijo...

Y los padres adoptivos que se esfuerzan como si fueran de verdad, por no decir más, también se merecen nuestro reconocimiento y estoy seguro de que no les faltará el de sus hijos adoptados. Conozco algún caso y te aseguro, Guinda, que ha sido muy ilustrativo. Un cordial saludo

Fauve, la petite sauvage dijo...

Creo que ambos tenéis razón.
Lo primero, felicitar a la Guinda por su estupendo relato; lo segundo, que en ese caso en concreto y muchos como ese se hacían trapicheos y yo no estoy segura de que no quisieran a esa niña a la que habían matado a sus padres y también la podrían haber matado a ella, pero bueno, aún partiendo de esa base, cuánta gente desea adoptar, y cuánta gente adora a sus hijos adoptivos más aún que si fueran hijos naturales (o verdaderos, como dices tú, Guinda) y que consideran verdaderos a los adoptivos y lo a los biológicos...
Terrible tema el que planteas, pero hermoso el de la adopción, que siempre, desde niña, he admirado enormemente.
Besos desde la hermana de vuestra ciudad, aquí, en el NO.

Belén Peralta dijo...

¡¡Por supuesto que son dignos de admiración los padres adoptivos, Luis Antonio!! De hecho, mi mismo hermano, que ya tiene una hija biológica, viaja el mes que viene con su mujer a Rusia porque han adoptado a una criatura ucraniana. Fíjate si tengo el caso cercano.

Con este relato me refería, como bien a supuesto Fauviña, a esos militares y gente poderosa que se adueñaba de los bebés de tantos y tantos pobres chilenos y argentinos que fueron vilmente torturados y asesinados, muchos de ellos arrojados al mar aun estando vivos, por feroces dictaduras.

En este caso, he aprovechado la feliz noticia de que el dictador Videla vuelve a la cárcel -de donde nunca jamás debió salir- para basar mi relato en tantas tristísimas historias reales de bebés que han crecido engañados en una familia que no era la suya, y de la que han renegado en cuanto han sabido la verdad, por muchos lujos y comodidades que les fueron ofrecidos, porque automáticamente, al saber la verdad, han rechazado a esos padres postizos impuestos a base de matar a sus padres verdaderos.

Y Fauve, si te das cuenta, yo no doy a entender en ningún momento que esos padres postizos no quisieran a la niña, al contrario. Era ella la que se sentía extraña, como he podido leer en algún caso tristemente real dentro de los casos que estamos hablando de dichas dictaduras.

Lamento profundamente si no se ha entendido el sentido de mi relato, pues por supuesto jamás he querido decir que una criatura adoptada no sea un hijo más. Si alguien se siente ofendido, no tiene más que decírmelo, que retiraré mi escrito.

Un beso lleno de disculpas,

B.

Belén Peralta dijo...

Por supuesto quise decir "ha supuesto"... me falló el teclado.

Fauve, la petite sauvage dijo...

No, Guindilla, no me resulta ofensivo en absoluto (al menos a mí) y creo que debo insistir más en otra parte, y es, como bien comentas, que vemos cuántos jóvenes rechazan a sus padres argentinos por el modo en que los adoptaron y cómo murieron sus padres biológicos, sí, todos lo hemos visto en la tele, pero me gustaría también ver a los padres adoptivos que, quizás, se salvaron por sus ideas políticas, que por cierto, son libres (menos las de los que matan y tal, no voy a entrar en esos temas) y quizas lo que hicieron es acoger a esas criaturitas solas en la vida y salvarlas de contarles una historia tan atroz y bestial y quererlas con todo el cariño.
O no, que de todo habrá, pero es un tercer aspecto de la cuestión muy poco o nada comentado, y personalmente me resulta muy difícil creer que unos padres, tengan las tendencias políticas que tengan, adopten a un niño con lo que ello conlleva sin quererle, la verdad.
Bueno, que me voy al netlogggggggggggg.

Fauve, la petite sauvage dijo...

Ay, que me perdí al írseme el hilo, decía que me gustaría ver a esos padres adoptivos que sí hayan querido a sus hijos que ahora les rechazan... ¿puede haber dolor mayor? (por supuesto, dejando de lado la terrible historia de los padres biológicos, uf, no consigo expresarme pero creo que todos me entenderéis).

Abril dijo...

Se que me has leido, así que supongo que te imaginas como me he sentido con este post. Me he emocionado.

Gracias por querer escribir sobre una realidad tan dura

un beso guindilla

© José A. Socorro-Noray dijo...

Me has recordado la letra de un tango con este excelente y emocionante texto.

MADRE HAY UNA SOLA
Pagando antiguas locuras
y ahogando mi triste queja
volví a buscar en la vieja
aquellas hondas ternuras
que abandonadas dejé.
Y al verme nada me dijo
de mis torpezas pasadas,
palabras dulcificadas
de amor por el hijo,
¡tan sólo escuché!

Besos y amores...
Amistades... bellas farsas
y rosadas ilusiones
en el mundo hay a montones
por desgracia...
¡Madre hay una sola!...
Y aunque un día la olvidé
me enseñó al final la vida
que a ese amor hay que volver.

Y nadie venga a arrancarme
del lado de quien me adora
de quien con fe bienhechora
se esfuerza por consolarme
de mi pasado dolor...
Las tentaciones son vanas
para burlar su cariño;
para ella soy siempre un niño,
¡Benditas sus canas!
¡Bendito su amor!


Yo hubiera hecho lo mismo: aborrecer a esa familia que se prestó al juego más terrorífico que se pueda realizar. Nadie tiene derecho a arrancar a un hijo de sus padres y, mucho menos, con torturas y asesinatos.

Un beso

PS: Por cierto, ¡qué alivio que Videla esté entre rejas! ¡Ahora hay una rata menos en las calles!
Si no fuera porque uno es educado, hasta podría decir que ¡ahora hay un hijo de puta menos! Perdón, ya lo dije.

Abril dijo...

un apunte (q antes la emocion me ha bloqueado): deberiamos diferenciar la adopción, de robar niños. A mi me adoptaron, no me robaron, y he tenido los mejores padres que podia tener. En el caso del robo del niño, esa afirmación es muy dudosa... y no hablo de los padres adoptivos, sinó del enfoque segun el niño.
Todo esto me recuerdo a los niños de Chad.

...sigo emocionada...

Fauve, la petite sauvage dijo...

Abril, y si lo miras como unos niños que no robaron sino que salvaron a raíz del acto terrible que cometieron con sus padres y del que les han mantenido alejados porque... ¿quién se atreve a contarle a su hijo su terrorífica historia?
Espero no molestar a nadie, no es mi intención, sino aportar otro punto de vista desde otro enfoque.
Sacadlo del contexto y del país y pensar en un niño que pierde a sus padres en una terrible catástrofe, los adoptivos pueden ser del partido que sean que seguro, segurísimo, tardarán en desvelarle el enigma... porque todo el mundo quiere lo mejor para sus hijos. Si fuera al contrario, lo primero que habrían hecho sería contárselo, para que le doliera, ¿no?

Abril dijo...

Cierto fauve, hay muchos puntos de vista... pero sigo creyendo que a un niño (y tb aun adulto) siempre es meor decirle la verdad. Soy de las q piensa q aunque duela, mejor saber... almenos decir que son niños adoptados, y no esconder eso...si el niño se entera mas tarde, se siente engañado y pierde la confianza. Despuées viene si el niño quiere saber que pasó con sus padres, o no...va a carácteres y situaciones personales. En fin todo tiene su punto de vista.

Guindilla, has creado un debate, jejeje

Doctor Krapp dijo...

Buen relato.
Aparte del todo el contenido ético que hay detrás. Al principio uno espera una historia semejante a Un Mundo para Julius de Bryce Echenique o uno de esos cuentos góticos de Henry James y al final todo desemboca en esa tragedia tan terrible de saber que tus referencias existenciales no eran tales, que los principios con los que fabricaste tu identidad no tienen sentido. Si no fuera por la monstruosidad que se cometió en Argentina, que como tal borra todo lo demás, esta historia daría para más de una reflexión sobre lo que nos han dicho que somos, lo que creemos que somos y lo que somos en realidad.

Belén Peralta dijo...

Pues sí, mi querida Abril... ¡vaya debate que he creado sin pretenderlo! :-O

En vez de comentar objetivamente la noticia que saltó ayer a los medios, decidí escribir este relato y, sinceramente, no sé todavía si se me ha entendido muy bien.

Es evidente, Fauve, que estoy a favor de las adopciones, ya lo he dicho antes, y no sólo porque estoy a punto de conocer a mi nuevo sobrino adoptado, -o porque una amiga de mi familia tiene un único hijo, adoptado, al que por cierto tardó años en decirle la verdad-, sino porque es algo que siempre me ha parecido hermoso.

Me hablas de si no es mejor para estos niños que hayan encontrado una familia que les proporcione cultura, vivienda y una educación, en definitiva una vida, cuando sus padres habían fallecido. ¡Pues claro que eso es bueno, y positivo! Lo que no es bueno, ni positivo, es que a muchos de estos niños de la dictadura se los arrebataron literalmente de los brazos de sus madres, y se los daban a familias opulentas, o de militares, mientras esas mamás eran torturadas y asesinadas, al igual que los padres. No sé si has visto la película "La noche de los lápices", una de las primeras de Leonardo Sbaraglia. Una de las muchachas retenidas estaba embarazada de ocho meses y la mantuvieron con vida entre tortura y tortura para, una vez recién parida, quitarle a su bebé, y, si no recuerdo mal, dárselo a una familia y luego matarla. Y así ha pasado con cientos de casos documentados.

http://es.wikipedia.org/wiki/La_noche_de_los_l%C3%A1pices_(pel%C3%ADcula)

Siempre me ha parecido un tema escalofriante, y de ahí que, aprovechando esta noticia sobre Videla, haya enfocado mi relato desde el supuesto punto de vista de Alejandra, una de esas posibles niñas, hoy mujeres, arrebatadas a sus padres de tan cruel manera. No tiene nada que ver con niños que han perdido a sus padres en un terremoto o en un accidente de coche. Se trata literalmente de robar, aunque luego les hayan procurado alimento y educación. Yo veo aquí más que adoptar por el niño en sí, adoptar por calmar un caprichito de los padres.

Yo, al menos, creo que hubiera actuado así, como Alejandra, si hubiera estado en la piel de una de estas personas. Me refiero a renegar de unos padres postizos que me recibieron de las manos de aquellos que hubieran torturado y asesinado a mis padres para darme como si fuera un regalito. Aunque nunca se sabe hasta que no te ves en esas circustancias, evidentemente.

De todas formas todo lo que comentáis es muy interesante y, repito, si alguien prefiere que se quite el relato, no tendría ningún inconveniente en hacerlo.

Un beso muy fuerte a Luis, a Fauviña, a Noray, al Doctorcito, y hoy, especialmente, a mi linda Abril. :O)

B.

Abril dijo...

Ni se te ocurra quitarlo, a mi me ha encantado de verdad, y estoy de acuerdo contigo. Seguramente yo tb habria actuado como Alejandra.

muack

Belén Peralta dijo...

Gracias, Abril. Yo también te mando un beso.

Por cierto, volviendo a la noticia que generó este relato, quien tenga estómago para resistir algunos de sus pasajes puede leer el informe Valech, es decir, el creado por la Comisión Valech para esclarecer la identidad de las personas torturadas en Chile durante el régimen militar, y las circunstancias que acontecieron en sus casos respectivos.

http://criminet.ugr.es/recpc/07/recpc07-07.pdf

Fauve, la petite sauvage dijo...

Todas las versiones lo son, y por eso yo he apuntado una más, no una única, sino una más que no suele tenerse en cuenta.
Por otra parte, pareciera como si a los padres los matasen para robar a sus hijos, cuando yo creo que es al revés, si bien es cierto que familias que deseaban un hijo se aprovecharon en cierta manera de esos huerfanitos, a los padres es obvio que los mataron por otros motivos, y que a los niños los salvaron, al fin y al cabo.
Y por supuesto que no estoy a favor de Videla ni de su régimen ni de su nada, simplemente apoyo en una de las versiones posibles la de los posibles padres con tendencias políticas X (como todo el mundo) que han adoptado a un niño o niña huérfana (por el motivo que sea, que para los padres aún más doloroso será, supongo) y han criado y querido y el hijo o hija ahora les rechaza. Ese es el supuesto que planteo, sin decir que sea el único posible, faltaría más. ¿Alguien lo ha considerado?

Fauve, la petite sauvage dijo...

¿Y el holocausto nazi? ¿Qué pasó con los niños que salvaron? Ahí todo el mundo ve la historia al revés, cuando ¡es la misma!
Creo que tenemos demasiadas ideas preconcebidas, quizás, que se extienden y se convierten en verdades absolutas y generalizaciones en las que no se incluyen las excepciones y se trata a todo el mundo igual olvidando las individualidades de los seres humanos.

Fauve, la petite sauvage dijo...

¿Y el holocausto nazi? ¿Qué pasó con los niños que salvaron? Ahí todo el mundo ve la historia al revés, cuando ¡es la misma!
Creo que tenemos demasiadas ideas preconcebidas, quizás, que se extienden y se convierten en verdades absolutas y generalizaciones en las que no se incluyen las excepciones y se trata a todo el mundo igual olvidando las individualidades de los seres humanos.

Belén Peralta dijo...

A ver, Fauviña, claro que esos niños se salvaron, pero lo que me duele es que lo hicieron viviendo una mentira, con el transfondo de que sus padres fueron asesinados de forma horrible.

Y querían esos niños para darlos a familias ricas, no me cabe la menor duda, porque para eso a la mayoría de las embarazadas las dejaron con vida -en condiciones penosas, eso sí- hasta que parieron, y una vez producido el nacimiento, se desentendieron asesinádolas.


¡Pues claro que sé que no estás a favor de Videla, mujer! Tu planteamiento no está diciendo eso ni mucho menos, es otro punto de vista sobre este tema de este tipo concreto de adopciones.

Supongo que, lo mismo que hay niños "de la dictadura" (llamémosles así), ya adultos, que han rechazado a sus padres adoptivos, otros han seguido viviendo con ellos a pesar de las circunstancias porque son quienes los han criado y les tienen cariño, a pesar de todo. Por eso yo tampoco hablo de generalizaciones, por eso siempre hablo de la mayoría, que no es lo mismo. Por supuesto que cada caso es un mundo.

Te mando biquiños y apertas, como siempre,

B. :-)))

Anónimo dijo...

Tu post me recuerda la eterna cuestión entre padres biológicos y adoptivos, aunque en tu historia, el origen me resulta tóxico. De hecho se han dado casos en los que al conocer su origen el adoptado ha denunciado a sus adoptadores. Son finales trágicos para un principio mentiroso.

TORO SALVAJE dijo...

Me estremece porque eso ha ocurrido numerosas veces. Que horror.

Está bien escrito. Me gustó.

Besos.

mia dijo...

Tremenda historia mi ninia!

Lo que es horrendo es el arrebato

a tus padres y a ti.porque

no hay lujo que compense la injusticia!

Gracias por compartir tu heroica reflexión!

Amstelvven,con el corazón

Mamen dijo...

Buena historia, real, triste, dura y bien contada.
Un saludo.

Candela dijo...

Me ha encantado tu relato, Belen. Desafortunamdamente en Argentina, las cosas sucedian asi...

Andres dijo...

Es un relato que refleja fielmente lo ocurrido en Chile y Argentina, aunque sobre este tema yo podria contar una historia cercana de generosidad familiar.
Quiero aprovechar para agradecerte que visitaras mi blog http://alephael.blogspot.com/
Besos

Belén Peralta dijo...

Charo, Toro, Mía, Candela, Manu (administrador), Mamen, Andrés... Os mando un beso muy fuerte y muchas gracias por pasaros por aquí.

Sí, no dudo que entre tantas historias truculentas hubieran muchas que brillaran por su generosidad. Pero en este caso, yo quería mostrar la cara más oculta de algo que pasó en Chile, en este caso, así como en Argentina.

Besos para todos, de verdad.

B.

Template by:
Free Blog Templates