sábado, 13 de octubre de 2007
Hoy se cumplen 35 años del accidente del Fairchild uruguayo que se estrelló en Los Andes. Sí, fue el 13 de octubre de 1972, y algunos de los chavales que sobrevivieron, entonces con 18 o 20 años, ya son incluso abuelos. 16 supervivientes que tuvieron que aferrarse a su enorme fe y a comer la carne de sus compañeros muertos para poder seguir viviendo.
Cuando ocurrió el accidente yo tenía cinco años, camino de los seis. La primera vez que supe de esta dramática historia yo tendría unos 11 años. Mi hermano mayor se había comprado el libro de Piers Paul Read, ¡Viven!, escrito en 1974 y que fue posteriormente el que dio pie para la famosa película que narra los 72 desesperantes días que aquellos muchachos vivieron en la montaña. Me impliqué emocionalmente tanto con aquella historia, que incluso me aprendí de memoria los nombres de aquellos 16 supervivientes. No fue por morbo, por el hecho de que quebrantaran un tabú social como es el canibalismo. Intuía que había algo más detrás, pero en ese momento no sabía explicarme a mí misma qué podía ser. Con el tiempo, lo averigüé. Se trataba del espíritu de equipo, que ya ellos llevaban impresos en sí mismos por ser compañeros de un equipo de rugby, el Old Christians, unido a su profunda fe católica. Eran chicos de misa dominical y rezo del rosario, algo ésto último que era un hálito de esperanza cada noche, refugiados y hacinados en el fuselaje hediondo de aquel avión perdido en las nieves de Los Andes. Era a lo único a lo que podían aferrarse.
Cuando llegó la determinación fatal de decidir si comían o no a los muertos, se enfrentaron a uno de los dilemas más terribles a los que se puede ver abocado un ser humano. ¿Qué hacer? ¿Morir de inanición o vencer la repugnancia y el tabú moral y cortar carne de los muertos para poder sobrevivir? Sin duda, una terrible y demoledora experiencia, y más para unos chicos tan jóvenes como eran aquellos (con la excepción de Javier Methol, que no pertenecía a su equipo y por aquel entonces tenía 38 años). Una experiencia vital terrible que hizo que algunos, como por ejemplo Carlos Páez, cayeran posteriormente en el alcoholismo y la drogodependencia, aunque afortunadamente ahora es feliz con su familia, incrementada con una nietecita llamada Justine.
Muchos les alabaron, otros corrieron un tupido velo de incomodidad para no remover más el tema, otros en fin les acusaron de egoísmo y de que quizá Dios no quería que sobrevivieran, sino que fallecieran en Los Andes y que por ello no tenían que haber comido carne de los muertos.
Desde aquí, cuando se cumplen 35 años de esta terrible tragedia que tanto impactó al mundo y tanto a mí misma, quería hablarles de estos hombres que tuvieron que aprender demasiado pronto que la vida a veces te pone por delante obstáculos demasiado crueles.
Nando Parrado, Roberto Canessa, Bobby François, Antonio Vizintín, Eduardo Strauch, Adolfo Strauch, Pancho Delgado, José Pedro Algorta, Coche Inciarte, Roy Harley, Álvaro Mangino, Javier Methol, Daniel Fernández, Moncho Sabella, Gustavo Zerbino y Carlos Páez. Los 16 supervivientes de Los Andes.
Para etiquetar en la cajita como: Reflexiones y comentarios
5 mordiscos a esta cereza:
Recuerdo una entrevista de Jesús Quintero donde 'el loco de la colina' preguntaba sin ambages a uno de los supervivientes a qué sabe la carne humana. Y él respondió que salada.
Me haces viejo Guindilla. Treinta y cinco años y recuerdo la noticia como si hubiera sido ayer ... en una tele B/N Philips 21" con mi hija mayor, entonces única, en brazos. Fue cuando aparecieron, naturalmente; motivo de tertulia en la sala de profesores del instituto durante un montón de tiempo. En aquella época me gustaba mucho un cantautor no se si chileno o argentino ya desaparecido: Cafrune
Me ha hecho reflexionar tu comentario, Javier, por lo crudo pero a la vez real. Una pregunta por otro lado, que prácticamente jamás se habrá formulado. Interesante comentario el tuyo.
Filósofo, no sabe qué alegría tan grande me da de verle por aquí, creía que ya no le apetecía dar mordisquitos a estas cerezas. Disculpe si le hago viejo. Imagínese yo, que entonces tenía 5 añitos y ahora ya tengo la cuarentena...
Gracias a los dos por leer y comentar. Gracias.
Hola amiga:
que bueno traer a colaciòn lo que sucedio en Los Andes.Te contare que los sobrevivientes acaban de solventarle una operacion a la cadera a Sergio Catalan, el arriero chileno que cabalgo 140 kilometros para llevar a los carabineros la noticia de que habia encontrado a dos de los sobrevivientes.Estos nunca olvidaron a Sergio y ahora ultimo junto con pagarle la operacion lo invitaron con su familia a Uruguay.El arriero tiene 80 años.
Un abrazo desde Chile
Mónica, preciosa, muchas gracias por dejar tu comentario. Sí, había leído lo de la operación a Catalán y que ellos le habían ayudado puesto que era muy costosa para el anciano.
Sigo con muchísimo interés las noticias sobre estos hombres valerosos, y especialmente en estas fechas de aniversario.
Un abrazo muy cordial y un beso desde Cádiz, querida Mónica. Gracias por entrar en mi espacio que es tuyo.
Belén.
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