sábado, 17 de mayo de 2008
Y tú,
que rebuscas y encuentras y por fin hallas;
tú,
que acaricias y buscas y por fin palpas;
tú,
mi amante que tiene la llave de todo,
permiso para entrar y salir
de estos montes nevados,
de mis llanuras más vastas,
de mis ríos más salinos,
de mi césped recortado…
Tropiezas con la anuencia que te niego
cuando no te recibe mi boca
en un mohín travieso,
y entonces luchas,
te desesperas,
Y quieres seguir hallando…
Y la llave que tenías,
la tiro al fondo del mar
que forma mi cuerpo en la cama.
que rebuscas y encuentras y por fin hallas;
tú,
que acaricias y buscas y por fin palpas;
tú,
mi amante que tiene la llave de todo,
permiso para entrar y salir
de estos montes nevados,
de mis llanuras más vastas,
de mis ríos más salinos,
de mi césped recortado…
Tropiezas con la anuencia que te niego
cuando no te recibe mi boca
en un mohín travieso,
y entonces luchas,
te desesperas,
Y quieres seguir hallando…
Y la llave que tenías,
la tiro al fondo del mar
que forma mi cuerpo en la cama.
Y tú,
que rebuscas y encuentras y por fin hallabas,
tú,
que acaricias y buscas y por fin palpabas,
echas de menos la llave,
la añoras con encendido delirio
hasta que, definitivamente,
henchido de amor, logras alcanzarla.
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3 mordiscos a esta cereza:
Asombrosa esa estrofa final en que juegas con el presente de indicativo y el pretérito imperfecto, un brusco y significativo juego de sentidos.
Me quito el sombrero.
Que este halago venga de un genio de la poesía como tú eres, me llena de orgullo. Por una vez me lo voy a creer. Gracias, Fermín.
B.
Y perdona por lo de genio... pero es lo que me sale... :-P
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