domingo, 4 de mayo de 2008
Las hormigas que advierto
como burbujas constantes
en mi piel,
en mi cuerpo,
no tienen piedad.
Surgen cuando menos las espero,
cuando más tranquila estoy,
cuando tu presencia
ni siquiera se adivina,
sin ni siquiera estar delante,
ni espero que lo hicieras.
Nacen traviesas, curiosas, impertinentes,
sólo al imaginarte,
al recordar tu colonia,
al evocarte en tu recuerdo,
al imaginar mil formas pícaras de tenerte.
Las hormigas que advierto
como burbujas constantes
en mi piel,
en mi cuerpo,
no tienen piedad.
Pero me dan tanto placer
que aun imprevistas…
son bienvenidas
y no las pienso ignorar.
como burbujas constantes
en mi piel,
en mi cuerpo,
no tienen piedad.
Surgen cuando menos las espero,
cuando más tranquila estoy,
cuando tu presencia
ni siquiera se adivina,
sin ni siquiera estar delante,
ni espero que lo hicieras.
Nacen traviesas, curiosas, impertinentes,
sólo al imaginarte,
al recordar tu colonia,
al evocarte en tu recuerdo,
al imaginar mil formas pícaras de tenerte.
Las hormigas que advierto
como burbujas constantes
en mi piel,
en mi cuerpo,
no tienen piedad.
Pero me dan tanto placer
que aun imprevistas…
son bienvenidas
y no las pienso ignorar.
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5 mordiscos a esta cereza:
No pierdes ni ápice de tu talento. Siempre
Simpáticas hormigas.
Sin piedad pero placenteras.
La imaginación del amado es siempre una hormiga tan cruel coo agradable.
Besos.
Tú que me quieres mucho, mi queridísimo -siempre queridísimo- Javi. Siempre, siempre.
Gracias por tu comentario, Ybris. Es un placer leerte por aquí.
Un beso de cosquillitas a ambos.
B.
Siempre sentir, ¡siempre!
Precioso blog
Sintagma, estuve el otro día husmeando por el tuyo y no se queda atrás. Me gustó muchísimo.
Muchas gracias por visitar mi casa que ya es la tuya, y por tus halagos.
Un beso,
B.
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