domingo, 10 de agosto de 2008
Amparo se separó de su marido cuando ambos eran aún muy jóvenes y su hijo Samuel sólo contaba nueve años.
Amparo decidió trabajar de noche para poder criar a su hijo de día. A la vez, estudiaba Derecho.
A Amparo se le diagnosticó un cáncer de mama cuando aún no había cumplido cuarenta años.
Amparo, aun a riesgo de quedarse sola, obligó a su hijo a que éste se marchara de casa con 18 años para poder cimentar así su incipiente carrera deportiva.
A Amparo le acababan de dar de alta del hospital tras la amputación de uno de sus pechos, cuando se dirigió a la Facultad para hacer uno de sus exámenes.
Amparo, aun siendo demasiado joven para morir, falleció en 2000.
El oro que sale hoy en todas las portadas de los principales periódicos del país no es sólo un oro de Samuel. Es un oro conjunto, de dos héroes, uno que llora en la tierra y otra que probablemente sonríe de orgullo en el cielo: Samuel y Amparo.
A Amparo le acababan de dar de alta del hospital tras la amputación de uno de sus pechos, cuando se dirigió a la Facultad para hacer uno de sus exámenes.
Amparo, aun siendo demasiado joven para morir, falleció en 2000.
El oro que sale hoy en todas las portadas de los principales periódicos del país no es sólo un oro de Samuel. Es un oro conjunto, de dos héroes, uno que llora en la tierra y otra que probablemente sonríe de orgullo en el cielo: Samuel y Amparo.
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8 mordiscos a esta cereza:
Que precioso lo que has escrito. En cierto modo me he sentido enormemente identificado pues en cada pequeño triunfo que logro, por mínimo que sea, siempre lo celebro mirando al cielo porque allí se ha marchado un trozo de mi corazón. Seguro que Amparo sonríe. Seguro. Qué te voy a decir...
Un abrazo, amiga.
Me has puesto los pelos de punta.
¡Gracias!
Gracias a vosotros, amigos. A mí también me gusta mirar al cielo, en este caso por triplicado (mi querido padre, mi adorado abuelo -mi segundo padre-, mi tío más querido), cada vez que tengo un logro. Como dice Javi, aunque sea mínimo, no deja de ser mío.
Rocío, Javi, gracias a vosotros de nuevo, de verdad.
Besos,
B.
Eso sí que es una medalla con historia en unos JJOO.
Y esto sí que es una escritora. Gracias.
Un saludo.
Que bonito... me has emocionado. No conocia nada del pasado de Samuel.
Adr: muchísimas gracias por tu comentario con el que me halagas muchísimo.
Me he dado una vuelta por tu blog y quiero decirte que me ha gustado mucho, y que me quiero pasar con más tiempo, para saborearlo como se merece.
Un beso,
B.
Candelilla... qué casualidad que justo cuando le estaba contestando a Adr, has escrito tu mensaje. Me ha entrado un cosquilleo muy especial al saber que ambas estábamos escribiendo a la vez y a tantos kilómetros.
Un beso muy, muy fuerte. Me alegro de que así hayas conocido un poco más a Samuel y las circunstancias que le han rodeado en estos últimos años.
B.
Pues te mando un beso antes de apagar el ordenador, ya acabe el trabajo y me voy a casa, donde encendere el otro, jejeje.
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