miércoles, 6 de agosto de 2008
Aprisionada en tu recuerdo,
en las nubes de azúcar de tus dedos
que hacían, juguetones y traviesos,
remolinos de algodón con mi pelo.
(Dulce espera sin espera,
el jarabe que ansío y nunca llega.)
Doloroso acíbar que de dulce disfrazaste
una vez, y cien, y mil,
como mágico remedio.
Me hiciste crecer y ya no soy niña,
pero aún creo en hadas y cuentos,
por eso todavía me estremezco
si releo tus viejas cartas
que de dulce sólo conservan el silencio.
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5 mordiscos a esta cereza:
Cosas que no fueron y sin embargo se añoran.
Un triste destino.
Y, sin embargo, tan consolador a veces.
Besos.
Añoranza de lo que nunca fue es igual a saudade.
Con ella no solo se han hecho hermosos poemas y maravillosos fados incluso es una forma de vida.
El título me ha traído a la mente la frase de Sabina: No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.
Pero los niños nunca dejan de creer y en tu interior siguen bailando los elfos con princesas.
Besos.
Dios, que bonito. Hay que estar muy ciego para no comprender lo que sientes. Precioso, amiga Belén.
La añoranza de lo que nunca se vivió pero que se siente como propia...
Gracias, amigos, por estar ahí.
Besos para todos.
B.
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