sábado, 30 de agosto de 2008


A esa flor llamada Laura.




Entre las azaleas y las peonías,

eres parte del jardín de mis sueños.

La hiedra verde que cruza mi pecho,

las ramitas tiernas de algarabía.


Te respiro y huelo hierba,

te acaricio y me estremezco.

Eres césped, antes suelo,

y, de amarillo miel, gerbera.


Y eres, entre los geranios y las rosas,

y el seto grande de fresco romero,

la flor malva que llevo muy dentro,

la flor dulce, tierna y preciosa.


lunes, 25 de agosto de 2008

La carne de gallina




Y el veinte de agosto se me paró el corazón...



El primer beso que se dieron como matrimonio dentro de un avión. (Se habían casado cuatro días antes.) La piel de bebé tierna, fragante, con ese olor a Nenuco como sólo huelen los bebés. La sonrisa nerviosa de la familia que volaba por vez primera. La alegría del sacerdote que una vez estuvo destinado en Cádiz -el padre Claudio-, y que, tras casi tres años en Camerún, visitaría a su familia. El comandante que siempre, minutos antes de cada despegue, pensaba en sus tres hijas. La mujer que aprobó -¡por fin!- las oposiciones para profesora de peluquería y apretó con fuerza las manos de su marido y su hija antes de volar a su nuevo destino. La música de Amy Winehouse que sonaría en algún Ipod. Las ilusiones de Dara, futura campeona de natación, y el orgullo que sentían sus dos hermanas y sus padres. (Los cinco ya no están aquí.) La nula atención que se le prestaría a Toni, azafata que milagrosamente salvó la vida, cuando ofrecía las instrucciones de salvamento. La madre de Clara que, porque ésta le pidió por favor que la acompañara para no viajar sola, decidió comprar un billete a última hora. Le tocó en un asiento muy alejado de su hija. (Clara falleció. La madre sobrevivió. No era aún su día.) La inquietud por llegar -ya- al destino de vacaciones. La tristeza por haber terminado -ya- las vacaciones. Los ojos negros del guapo auxiliar de vuelo que ya no encandilaría más al resto de compañeras. El osito de peluche que probablemente se quemaría junto con las ilusiones de ciento cincuenta y cuatro pasajeros. La madre que dio dos veces la vida por su hija: cuando la parió y cuando le pidió al bombero que la rescatara antes que a ella, sintiendo ya a su alrededor la llamada macabra de la muerte. El gorjeo sosegado de Pedro Javier, de tres meses. La ilusión contenida de su mamá, Zenaida -diecinueve años-, y Javier, su papá -veintitrés-. La mirada maravillada de la hermana menor de Javier, descubriendo una incipiente sonrisa en la carita de su sobrino. Los cuatro fallecieron.

Esas son las cosas que me han puesto la carne de gallina. Las que, por encima de fotos espantosas de heridos calcinados, miembros amputados o familiares derrotados sobre el suelo, deberían ponernos la carne de gallina a todos. No hacen falta esas fotos porque, por desgracia, nos las hemos imaginado de forma vívida, emborronando los últimos días de agosto con una terrible sombra de congoja y desesperanza.

lunes, 18 de agosto de 2008



¡¡BRAVO, RAFA, ERES GRANDE!!
: -))))))))))))))))

sábado, 16 de agosto de 2008




Todos los que me conocen saben de mi admiración por la "Ambición Rubia": me ENCANTA Madonna desde que salió su primer disco en 1982. Tengo sus vinilos, sus discos en cd's, temas bajados de internet, en mp3, sus conciertos grabados, cintas oficiales con todos sus videoclips...

Hoy Madonna Louise Verónica Ciccone Fortin cumple cincuenta espléndidos años (alimentados a base de dieta macrobiótica, rutinas de musculación exageradas y botox para parar un tren), y quería desearle desde aquí muchas, muchísimas felicidades y que siga haciéndonos soñar a sus admiradores como hasta ahora.

Madonna, feliz cumple. Nos vemos el 16 de septiembre en Sevilla. :-)))))))))))))))))




jueves, 14 de agosto de 2008








¡¡¡ESE NADAL, ESA BOMBA NAVARRO, VAMOS, VAMOSSSSSS!!! ( 3.07 madrugada :-))))))


miércoles, 13 de agosto de 2008




Con compás y escuadra
y milimétrica precisión,
haces tuyo, como un juego,
el mapa de mi corazón.

Lo abordas sin reservas,
sin darme tiempo a reaccionar;
batalla que sabes cierta,
yo dejándome ganar.

Y en este mapa que trazas
en la maraña gris del corazón,
marcas puntos y objetivos
virando a rojo su color.



lunes, 11 de agosto de 2008

Así no, Maribel Moreno






Inconsciencia. Irresponsabilidad. Descaro. Arrogancia. Prepotencia. Mentira. Según todos los indicios... Trampuchería a secas.

Así no, Maribel Moreno. Así no. Y te voy a explicar por qué.

Porque ese no es el espíritu de los Juegos Olímpicos.

Porque enmierdas el noble deporte del ciclismo como han hecho, por desgracia, otros antes que tú.

Porque te has escudado para sobrellevar tu mentira en un terrible ataque de ansiedad, preocupando a todos los de tu entorno, y ocasionando un enorme gasto.

Porque has ocupado el puesto de otra chica sana y deportista de verdad que sí se merecía viajar a Pekín.

Porque los sanos y valientes son los que pagan el pato y caen justos por pecadores, entrando en el mismo saco de los tramposos -a falta del segundo control- como tú.

Porque a los que nos gusta el deporte y disfrutar con los triunfos y sufrir con los fracasos, nos sentimos enormemente defraudados cuando ocurren casos como el tuyo.

Y mientras no se demuestre lo contrario... así no, Maribel Moreno. Así no.

Regalos





Te regalo esta noche miríadas de estrellas,
de esas que te gusta ver conmigo,
de las que nos acompañan siempre
en nuestras noches de estío.

Te regalo esta noche
un poema, una luz, un cariño,
y ese punto de locura
que nos vuelve aún más críos.

Te regalo esta noche
mi mano envolviendo la tuya,
y el olor de mi perfume
que te empapa, dulce bruma.

Y me regalas esta noche
tu presencia y mil besos,
tu mirada y mil caricias,
tu sonrisa y mil sueños.

domingo, 10 de agosto de 2008

El oro de dos héroes





Amparo se separó de su marido cuando ambos eran aún muy jóvenes y su hijo Samuel sólo contaba nueve años.


Amparo decidió trabajar de noche para poder criar a su hijo de día. A la vez, estudiaba Derecho.


A Amparo se le diagnosticó un cáncer de mama cuando aún no había cumplido cuarenta años.


Amparo, aun a riesgo de quedarse sola, obligó a su hijo a que éste se marchara de casa con 18 años para poder cimentar así su incipiente carrera deportiva.

A Amparo le acababan de dar de alta del hospital tras la amputación de uno de sus pechos, cuando se dirigió a la Facultad para hacer uno de sus exámenes.

Amparo, aun siendo demasiado joven para morir, falleció en 2000.

El oro que sale hoy en todas las portadas de los principales periódicos del país no es sólo un oro de Samuel. Es un oro conjunto, de dos héroes, uno que llora en la tierra y otra que probablemente sonríe de orgullo en el cielo: Samuel y Amparo.

sábado, 9 de agosto de 2008

No me niegues tu sueño





Déjame soñar contigo.
Esta noche,
que nada interrumpa mi delirio,
que tu cara pueble mis brumas,
que por una vez te sienta mío.

(Deja que mis manos tiemblen,
que reconozcan en sus yemas
tu presencia.)

Que mis dedos te toquen aun invisible,
que me crea que te tengo y soy tu dueña.
Que me muera de amor sin merecerlo,
que tu cuerpo deje en mí miles de huellas.

viernes, 8 de agosto de 2008



El ocho es el título de una archiconocida novela de Katherine Neville que empecé a leer hace ya unos años y decidí dejar a finales del primer capítulo porque me pareció un tocho plúmbeo incapaz de ser digerido.

El ocho es, según he leído hoy en un artículo de Francisco Correal para Diario de Cádiz, "el infinito que se levanta de la siesta" (metáfora que me ha encantado, por cierto).

Para una disciplina que me apasiona tanto como es la música, el ocho es muy significativo, pues es el número de notas en la escala.

Ocho son los años que yo tenía cuando gané por primera vez un premio literario.

El ocho es el símbolo de algo que, en parte, nos da la vida, como es el oxígeno.

Ocho son las patas de algo que nos puede quitar, en algunos casos, la vida, como son las arañas.

El ocho es el símbolo de la prosperidad en China. Si se combinan tres ochos seguidos, entonces es la repera. Quizá por ello hoy se han casado en dicho país decenas de miles de personas, y otras miles de parturientas han querido adelantar mediante cesárea los nacimientos de sus vástagos.

Quizá también por ello, aunque en un principio se le asignó julio como mes para organizar los Juegos Olímpicos, China decidió que la fecha elegida sería el 8/8/08. Y, para más recochineo, la hora de comienzo de la ceremonia de inauguración de los mismos, serían las ocho y ocho minutos.

Independientemente de que China se pase por el arco del triunfo los derechos humanos, he de confesar que estoy siguiendo con mucho, muchísimo interés, todo lo que rodea los Juegos Olímpicos. Y es que siempre me ha encantado hacerlo. Aún guardo con mimo un álbum que regalaba Colacao allá al principio de la década de los ochenta, con motivo de la controvertida olimpiada de Moscú '80.

También, buceando más atrás en la memoria, recuerdo mis primeros Juegos en color, los de Montreal '76. Nuestra Telefunken fue la primera tele en color del bloque, y estábamos maravillados ante tanto colorido en unos juegos en los que jamás se me borrará de la memoria aquella chiquilla de cola de caballo llamada Nadia Comaneci. Alucinaba con ella, como lo hizo el resto del mundo. Me acuerdo incluso, yendo más atrás, de las evoluciones de Olga Korbut, o de las bastísimas atletas de Alemania del Este, que parecían rudos camioneros más que mujeres.

Sí, sé que China no respeta los derechos humanos, y otorgo todo mi apoyo al pueblo tibetano. También sé que han barrido barrios enteros para adecuar la ciudad a los Juegos, y que en muchos casos se han subido los alquileres a cifras astronómicas.

Pero nadie me ha quitado el gusto de ver íntegramente el plástico espectáculo diseñado por Zhang Yimou, ni me quitará el de disfrutar todo lo que pueda de las diferentes retransmisiones deportivas, especialmente de aquellas a las que casi nunca se les presta demasiada atención por parte de los medios. Y de disfrutar, ojalá, de los triunfos de Nadal, la selección de la ÑBA, las chicas de hockey, las de sincro, Almudena Cid, Paquillo, Cal, los chicos de waterpolo, los de balonmano, Gervasio Deferr, etc., etc., etc.

Me encantan las Olimpiadas, y, aunque me hubiera gustado mucho más que se hubieran celebrado en un país que sí respete realmente los derechos humanos y en el que no exista la censura... no puedo evitarlo.






jueves, 7 de agosto de 2008

Una de piratas




Últimamente se está colando por la cajita de cerezas y guindas un ratoncillo de biblioteca y no saben ustedes la alegría que me da que lo haga. Porque sé que le encanta leer, porque me ha dicho que le gusta mucho mordisquear estas guindas, porque sé que tiene alma de libro.

Se llama Fco. Javier Castro y es un hombre que vive por, y para los libros. Y de una persona que ama tanto la literatura no se podía esperar otra cosa que no fuera escribir, ver plasmadas esas ideas, esos retales de historias que va urdiendo día a día.

Uno de estos magníficos resultados es "Los diablos del mar.(La maldición de la Burla Negra)" (Ediciones Absalon), su segunda novela y la primera escrita al alimón con Enrique García Luque. Ambos se propusieron, hace ya cosa de unos dos años y pico, enamorarnos de una historia trepidante y cruel pero a la vez preñada de emoción romántica y emociones de las otras, de las plagadas de aventuras e historia real.

Los diablos del mar, que está siendo un gran éxito de crítica y público, nos muestra la última aventura del pirata gallego Benito de Soto, que con tan sólo 25 años fue ahorcado en Gibraltar, siendo algunos de sus hombres ajusticiados en Cádiz. Muchos de ellos, por cierto, raspaban la veintena. Yo siempre había imaginado los piratas cuarentones o de cincuenta para arriba, pero se ve que muchos de ellos eran demasiado jóvenes. Demasiado para delinquir, demasiado para apoderarse de la riqueza de otros bergantines, demasiado para no saber frenar en el momento apropiado y por tanto, demasiado para que les venciera la codicia de un dinero fácil.

Por cierto, parece ser que Benito de Soto, el considerado último pirata español, fue en quien se inspiró Espronceda para su maravillosa "Canción del pirata".

Por otro lado, seguro que muchos de ustedes han oído hablar de los Duros Antiguos, el tanguillo que es el himno por excelencia de nuestro carnaval gaditano. Pues bien, se basó en un hecho real: la aparición de unas monedas en la playa de Cádiz. Muchos gaditanos se volvieron locos escarbando y sacando a la luz aquellos duros. Pues bien, en Los diablos del mar, se aporta una interesantísima teoría sobre la aparición de estas monedas, y es una de las bazas sobre la que juegan los autores para mostrarnos una historia de piratas, "una de piratas", realmente sorprendente, y emocionante.

Fui una de las privilegiadas en ser de las primeras en leer el manuscrito, pues por motivos de trabajo lo tuve en las manos para su corrección. Me enganchó desde el primer instante por su ritmo narrativo, por las varias tramas que en ella concurren, y por cien cosas más, y confieso que me emocionó tanto la bella historia de amor que aparece en el libro, como toda la historia de los abordajes, especialmente el que ocurrió contra el Morning Star.

No quiero (no puedo) desvelar más. Les invito a que se sumerjan desde la primera página en esta historia emocionante y maravillosa de Los diablos del mar. Búsquenla en su librería habitual o a través de http://www.edicionesabsalon.com/, y verán como me tienen que dar la razón.

Y a Javi y a Enrique, desearles una larga, larguísima singladura (nunca mejor dicho) llena de éxitos editoriales. Los personales, ya los tienen. Suerte, amigos. :-))

miércoles, 6 de agosto de 2008

Por todos ellos


"Estar cerca de la bomba y contemplarla mientras se convertía en un ente vivo, tan exquisitamente modelada que cualquier escultor se sentiría orgulloso de haberla creado, lo transporta a uno al otro lado de la frontera que separa la realidad de la irrealidad y nos hace sentir la verdadera presencia de lo sobrenatural". (William Laurence, periodista norteamericano al servicio de la Casa Blanca en 1945)





... Por tantos relojes que se detuvieron a las ocho y quince minutos de la mañana.

... Por las sombras nucleares que desde aquel día emborronaron el asfalto de la ciudad, convertida desde entonces en poblado fantasma durante muchos años.

... Por las siluetas que quedaron en las paredes como constancia de aquellos cuerpos pulverizados en una milésima de segundo.

... Por las terribles lágrimas de dolor espantoso cuando se hacían las curas.

... Por las deformidades de tantos y tantos recién nacidos, que sufrieron radiaciones en los vientres de sus madres.

... Por la sombra que quedó de una persona que, sentada en el escalón de un banco, esperaba apaciblemente a que éste abriera.

... Por los árboles carbonizados a 120 kilómetros de distancia.

... Por las cicatrices de los que quedaron y el líquido de aquellos que morían licuados por dentro.

... Por los iris amarillos de aquellos que sufrieron las "cataratas por radiación", incluso muchos años después.

...Por los 360.000 hibakusha que lograron sobrevivir en un primer momento a tan espantosa infamia. Los hibakusha son los sobrevivientes del bombardeo, que posteriormente sufrieron cáncer y múltiples deformidades físicas, amén del deterioro psicológico.

... Por los hibakusha que, a pesar de haber sobrevivido y tener que llevar la losa del padecimiento, también tuvieron que soportar el rechazo de los demás conciudadanos que pensaban que las radiaciones eran contagiosas.

... Por la ciudad yerma que quedó como un páramo desolado cuando minutos antes, todo era vida.

... Por la terrible impotencia de los médicos y enfermeras que se veían incapaces de detener o aliviar tanto sufrimiento atroz.

... Por los 250.000 muertos y tantos miles y miles de personas heridas.

... Porque nunca se nos olvide que el 6 de agosto de 1.945 fue el monstruoso día en que Hiroshima fue bombardeada, siguiéndole Nagasaki unos días después.














Aprisionada en tu recuerdo,
en las nubes de azúcar de tus dedos
que hacían, juguetones y traviesos,
remolinos de algodón con mi pelo.

(Dulce espera sin espera,
el jarabe que ansío y nunca llega.)
Doloroso acíbar que de dulce disfrazaste
una vez, y cien, y mil,
como mágico remedio.

Me hiciste crecer y ya no soy niña,
pero aún creo en hadas y cuentos,
por eso todavía me estremezco
si releo tus viejas cartas
que de dulce sólo conservan el silencio.

martes, 5 de agosto de 2008

Los ojos de Li Mei





Li Mei observó, de soslayo, aterrorizada, a aquel turista gordo y seboso, de carnes fofas y blandas, que la miraba con codicia. Probablemente hacía sólo un par de horas que había bajado del avión y no le había dado ni tiempo a ir a la playa. Su piel aparecía blanca y lechosa y no mostraba signos de rojez alguna. El muy vicioso sólo tenía pensamiento para atrapar a una de esas pequeñas mariposas del Mekong en sus zarpas como redes. Ni siquiera se había podido concentrar en la película que proyectaban en el avión, ni, por supuesto, recrearse en la belleza del paisaje a través de la ventanilla, a medida que iban descendiendo. El turista -excelente padre de familia con intachable currículum profesional y personal-, un ávido buscador de carne fresca, sólo pensaba en las mariposas que tenía en el estómago evocando aquellas otras mariposas que encontraría nada más tocar tierra. No tenía que buscar muy lejos: un par de contactos por internet, igual de viciosos y desgraciados que él, ya le habían dado las mejores coordenadas para hallar los sitios idóneos donde extender su red y clavar sus impíos alfileres.

Y allí se encontraba, frente a Li Mei, una bellísima púber, linda mariposa de colores hechos de viento y sol, forzada a vender su cuerpo a aquellos depravados que buscaban dóciles animalillos que no profirieran ninguna queja.

El turista examinó aquellos ojos aterrorizados -nunca, ni en su edad adulta, llegó ella a acostumbrarse- que rasgaban una carita de luna, esas manos que habían acariciado en más ocasiones hombres que muñecas, los pies que, fatigados, ansiaban un jergón donde descansar, aunque fuera sucio e infame. Lo importante era tender las piernas, cerrar los ojos, e intentar soñar con otro mundo. No el de las babas y salivas despiadadas, no el de los dedos desagradables y rudos, no el de los miembros varoniles penetrando en sus valles aún de niña.

Los ojos de Li Mei, si hubieran sido los de una mariposa clavada en el cuadro del coleccionista, quizá no hubieran dicho mucho. Pero Li Mei no era -sólo- una mariposa. Los ojos de Li Mei eran los de una niña. Eran los ojos del terror más absoluto. Eran los ojos de Li Mei.

domingo, 3 de agosto de 2008





El otro día, en esta cajita, leí un comentario de mi queridísima galleguiña Fauve en el que se mostraba un tanto triste porque pensaba que no me había gustado el premio Brillante 2008 que me había concedido por mi blog. Parece mentira que no me conozcas todavía, Fauviña. ¡Pues claro que no me gustó! ¡Me encantó! Lo que ocurre es que me da tanto, tantísimo pudor, que no lo expresé de la forma que probablemente tú esperabas.

Pero que sepas que me faltó tiempo para colocarlo en mi columnita de la izquierda, donde guardo las cerezas importantes: las direcciones de los blogs de amigos y de aquellos que he ido conociendo en mis paradas blogueras; la publicación de mi primer libro; las cerezas que van llenando poco a poco esta cajita; dos fotos que para mí son muy significativas; los símbolos de algunas cosas en las que creo -el no a la guerra, el no a las corridas de toros, el no a la violencia contra la mujer, el no a la esclavitud infantil, el no a las bombas de racimo (y de las otras)-... En definitiva, en la columna "de las cosas importantes" he colocado ese reconocimiento en forma de premio que tanto me ha gustado y que me ha llenado de orgullo pero a la vez de pudor, ya que me lo conceden por algo que me gusta tanto hacer como es escribir.

Por otro lado, navegando, navegando, llegué a El blog de Pepe Contreras, la interesantísima bitácora de Pepe Contreras, uno de los más influyentes e importantes periodistas andaluces, y escribí algo en ella. Después de tiempo de no vernos, se estableció el contacto, ya que tuvo el detallazo de llamarme para saber de mi vida, y ha escrito esto en su blog (¡que tiene más de tres millones y medio de visitas!):

Hoy he hablado con Belén Peralta, a la que conocí hace dos años en Onda Cero Cádiz, en la única ocasión en la que el maestro Pepe Fernández contó conmigo en su tertulia. Belén trabaja ahora en una editorial, es bloguera y poeta. Su primer libro, que acaba de publicarse, "Recorrido sentimental por la ciudad de Cádiz" (Ediciones Absalon), es uno de los más vendidos en las librerías de Cádiz. Belén se ha lanzado al ciberespacio, es bloguera y disfruta con ello. Su bitácora se llama "Cerezas y guindas". Y es buena escribiendo...

A mí estas cosas es que, repito, me llenan de orgullo, pero me entra un "corte"... (Pepe, mira que llamarme poeta...) De todas formas muchas, muchas gracias por vuestros halagos, premios y reconocimientos porque son por algo que me llena y me gusta tanto.

Gracias a todos ustedes (a todos vosotros), porque en definitiva son los que hacen (sois lo que hacéis) que esta cajita se vaya llenando, noche a noche, de sabrosas cerezas y guindas. Vosotros y nadie más. Ni siquiera yo.

sábado, 2 de agosto de 2008

Las tres sirenas





Esta es la historia de tres sirenas que fueron engañadas por un Neptuno que no tenía corazón ni sentimientos. La historia de tres mujeres, sirenas cada una en un mar diferente -el Atlántico, el Mediterráneo, y el Pacífico-, vapuleadas en su corazón de forma distinta, pero siempre con el mismo resultado: una enorme grieta, dolorosa como una llaga y profunda como una sima.


Lo curioso de este caso es que me han dicho que a pesar de que las sirenas, como las ondinas y las hadas, sean seres fantásticos, sí vivieron esta situación... Quítenle la cola a las sirenas, pónganle piernas y pies, y zambúllanse en la historia...

Por fortuna, la sal del agua marina cura las llagas y me comentan que al menos una de ellas está, desde hace ya mucho tiempo, definitivamente curada. No sé qué habrá ocurrido con las otras dos sirenas...

Probablemente no entiendan nada, pero yo sé lo que me digo. ;-))




La sirena, desesperada, ahíta de buscar en cuerpos anónimos un calor que no encontraba cerca, se sumergió en un mar azul profundo destinado en realidad a otra sirena que, como ella, también estaba sola.

La primera ya disponía de un cuerpo cercano, caliente, que le procuró su simiente una vez para perpetuar su especie, pero no le daba más vida que aquella, vacía, gris, triste y solitaria, en su roca emergente de un mar mediterráneo de espuma. Naufragó y arrastró tras de sí a la otra sirena, la que sí estaba definitivamente libre, la que estaba bañada por el frío mar atlántico que un día prometió mostrar; la que cada día, y cada noche, y cada tarde, y cada madrugada, se veía arrullada por los ecos de ese Neptuno vestido de azul marino que, un día, le arañó inmisericordamente el corazón.

Hubo una tercera sirena, bañada por el Pacífico, pero esa casi es historia. Se hundió del todo en los engaños de un color traicionero.

Las tres sirenas creyeron en sus palabras de amor. Pero las tres olvidaron que el
azuloscurocasinegro es sólo un color. Sólo eso… Y un color jamás podría dar más de lo que pretende, que es cambiar el color de las cosas, las percepciones del alma. Un color no puede ofrecer amor bajo el estigma de la mentira.

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