domingo, 1 de junio de 2008
Tras la tormenta, buscaste la calma.
Deseaste enredarte en mi pelo,
morirte de amor en mi almohada,
descansar agotado en mi lecho,
regalarme zalemas y alharacas.
Adornaste mi piel clara
dibujándome rutas y mapas;
también me lanzabas guiños,
arrobos, dulces miradas.
Las flores que siempre quise
terminaron en mis manos,
y el galanteo constante
se tornó dulce empalago.
Mi ceño seguía fruncido,
y mi boca no decía nada…
Pero tus gestos, tan persuasivos,
ganaron, al fin, la batalla.
Deseaste enredarte en mi pelo,
morirte de amor en mi almohada,
descansar agotado en mi lecho,
regalarme zalemas y alharacas.
Adornaste mi piel clara
dibujándome rutas y mapas;
también me lanzabas guiños,
arrobos, dulces miradas.
Las flores que siempre quise
terminaron en mis manos,
y el galanteo constante
se tornó dulce empalago.
Mi ceño seguía fruncido,
y mi boca no decía nada…
Pero tus gestos, tan persuasivos,
ganaron, al fin, la batalla.
Para etiquetar en la cajita como: Prosa en vertical
Subscribe to:
Enviar comentarios (Atom)
10 mordiscos a esta cereza:
Ay, las reconciliaciones...
Un beso
Ay, Lobito... ¿qué sería de nosotros si no supiéramos que tras las peleas vienen las dulces, apasionadas reconciliaciones? ;-))
Besazos conciliadores,
B.
qué blandita te pones enseguida jajajaja
eso tá bien
Dejarse vencer cuando es hermosa una dulce derrota contra la insatisfacción de la victoria.
El amor es siempre
tempestad y calma.
¡Qué bien escribes, maestra!
Un beso con calma.
No conozco mejor camino para la reconciliación que el que sugieres. Lástima que muchas no piensen como tú...
Uno de los mejores momentos que se pueden vivir en pareja, son las reconciliaciones.
Estoy dispuesta a pelear cualquier insignificancia con tal de llegar a ese dulce momento.
Lo dices tan bien! es como pensar algo y que otra persona lo ponga en palabras!
¿Cómo poder seguir sin empezar de nuevo tantas veces?
Besos
Qué bonitos vuestros comentarios. Son realmente para reflexionar, independientemente de las palabras hermosas que uséis.
Gracias por estar ahí. Nunca me cansaré de decíroslo.
Besos,
B.
Publicar un comentario