domingo, 15 de junio de 2008

La dueña de los dedos exquisitos



Encuentras el punto exacto. Sabes dónde acariciarme y cuándo pulsar. La cadencia de mi voz no sólo te envuelve a ti, sino a otros que nos observan. Pienso que es algo impúdico el compartir esta comunión que tenemos tú y yo. Pero también pienso que es ineludible y hermoso a la vez. Tendría sentido que fuera un acto íntimo, pero más lo tiene si otros nos miran, y mientras, disfrutan.

Me sigues acariciando y arrancando de mí notas majestuosas. Mi voz continúa envolviendo el aire y cierras los ojos de puro placer, viéndote arrastrado por ella. No dejas de acariciarme y me gusta... hasta que todo acaba.

Finalmente, mientras me guardas en mi funda, pienso en lo afortunado que soy al tener una dueña de dedos exquisitos. Con ella, soy mejor violonchelo aún.



(Hoy he asistido a un concierto magistral de la Orquesta Barroca de Sevilla, con obras de Haydn y Mozart, y quería dedicar esta entrada a la magnífica violonchelista y componente de dicha orquesta Mercedes Ruiz, a la que merece tanto la pena escuchar como observar mientras ejecuta sus piezas.)

8 mordiscos a esta cereza:

Doctor Krapp dijo...

Esa vieja y profunda relación entre erotismo y música. ¡Qué bien lo entendían los cubistas!
Un violonchelo tocado por una mujer, un saxo tocado por un hombre....
Aunque suene banal me acuerdo de aquella chica de la serie Fama, la misma que actuaba en la película.
Turbadora pansexualidad que no se conforma con sus límites y siempre busca acceder a otros territorios.

Belén Peralta dijo...

Sí, es cierto... y encuentro ese paralelismo especialmente en el violonchelo, mi instrumento preferido. Es como bien dices, una especie de erótica comunión entre interprete e instrumento.

Te recomiendo, si no las has visto aún, que lo dudo, la película Hillary and Jackie, que le valió a Emily Watson la nominación al Oscar a la mejor actriz por su papel como la excelsa violonchelista Jacqueline du Pré, fallecida prematuramente de esclerosis múltiple. Fue por cierto esposa de Daniel Barenboim.

Watson tenía nociones de música y violonchelo y se nota en su gran interpretación. Según cuenta, terminaba algunas escenas con sangre en los dedos de la pasión que le ponía...

Anónimo dijo...

pero qué pícara eres...

Anónimo dijo...

Que erotica y magistral comparacion...

Luna Carmesi dijo...

Creo que hablamos de dos idiomas universales... Uno de ellos la música, por supuesto...

;-)
Besos.

Belén Peralta dijo...

Ay, amigos... mi corazón de guindilla siempre funcionando, nunca lo olvidéis... ;-))

Requetemuacks para todos.

B.

ybris dijo...

En mi perfil cito la suite n1 1 para chelo de Bach como mi primer amor musical.
Para mis ratos de silencio intenso acudo con frecuencia al concierto para violonchelo de Dvorak.
El violonchelo me pone carne de gallina.
Así que añadido al encantador erotismo de tu entrada hoy, no necesito explicarte lo mucho que me ha gustado.
¡Mi reino por ser ese violonchelo en unas manos exploradoras, lúbricas y precisas!

Un beso, Guinda.

Belén Peralta dijo...

No sabes, querido maestro Ybris, cuánto me alegro de que te haya gustado. Sabía de tu amor por el violonchelo, o al menos de esa pieza de Bach, puesto que lo vi en tu perfil.

Estoy muy contenta, en serio. :-))

Gracias mil.

B.

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