domingo, 29 de junio de 2008
Brujuleo por tu cuerpo,
mil esquinas hallando,
y me gusta lo que encuentro,
calle a calle, barrio a barrio.
El hueco, rotundo y pleno,
de tu regazo acogedor.
Las calles de tus dos brazos,
y sonrisa de candor.
Tus axilas son mis selvas,
tus manos, dos turmalinas.
Y qué ojos: un piélago negro
de ternura infinita.
Sigo la ruta y me detengo
poco a poco en tus rodillas.
Ese tren llamado tú:
tus piernas y aquéllas, las vías.
Y me guardo para mí
la vara ardiente que clama,
el detalle de tu sexo,
tu regalo en mi cama.
Para etiquetar en la cajita como: Prosa en vertical
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1 mordiscos a esta cereza:
Qué exquisito paseo por el cuerpo de un hombre. Muy bueno, Guinda, mejoras por momentos.
Soy Marián, del taller de cuentos. Un beso.
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