viernes, 3 de octubre de 2008

Torbellino




Henchido, mi corazón gozoso
te acoge, clemente,
entre nubes turbias de amor desbocado.

El sentimiento que todo lo puede,
hasta derribar las barreras
que tú y yo no creíamos vivas.

Deja que galope, que se derrame, que no se esconda.
Deja que nos inunde, implacable, que nos derrita.


7 mordiscos a esta cereza:

Luis Antonio dijo...

Sobran las barreras, todas. Y lo sorprendente es que nos las levantamos nosotros mismos. !Qué compleja es la condición humana¡

mia dijo...

Qué profundo es lo carnal

cuando el alma lo manifiesta!

Bello como todo lo tuyo,bella!


♥♥♥besos♥♥♥

© José A. Socorro-Noray dijo...

¡Excelente poema, bellísimo!

Solicitud y entrega para fundirse
en el fuego del amor.

Un beso

PS: Creo que en el fondo, en mi poema de ayer, coincidimos en la idea.

MAMI dijo...

Lo dejo pasar, que me invada, que lo pueda ver, que me desborde y poder fundirme con él haciendo el amor.
Que bonito lo que dices, guapa.
El sentimiento que todo lo puede...
¿Seguro?

Fermín Gámez dijo...

Sugerente combinación de erotismo y sentimiento, Belén.

Pero la duda de Mami...
hace que dude yo también sobre si el sentimiento lo puede todo.


Belén te he dejado un correo en tu cuenta de hotmail. No sé si tienes esa cuenta activa todavía, por si acaso, te lo digo.
Besotes.

Belén Peralta dijo...

Es muy interesante lo que planteáis: ¿Es el sentimiento del amor el que todo lo puede? ¿O es quizás la pasión más absoluta?

Sea como fuere lo que pensáis, muchas gracias a todos. Noray, yo también coincido contigo, cielo.

Besos pasionales,

B.

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(Fermín, claro que sí, que recibí tu correo y ya te contesté. Sí, esa es mi cuenta desde hace siete años, y aunque tengo otras, esta de hotmail es la que utilizo a diario.)

Belén Peralta dijo...

Por cierto, amigos, no me resisto a traer aquí el bellísimo poema al que Noray hace referencia. Es... como un río maravilloso.


Tómame en el temblor
de un último beso
y gravita en la burbuja
que derrama líquenes
en el fondo de mi alma.

Recórreme los meandros
de mi angosta piel
y mécete en el naciente
y en el estuario
de mi vida.

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