sábado, 27 de septiembre de 2008

Mi adorado Paul





Mi adorado Paul:

Desde hoy, las cintas de celuloide obrarán un milagro. Porque llorarán tu pérdida. Porque, aunque ya se olían desde hacía varias semanas que nos ibas a dejar huérfanos, la noticia -como todas las noticias tristes, malas, casi incomprensibles-, nos ha caído a todos -a ellas, a nosotros- como un chorro de agua helada por la espalda. Y, desde hoy, las cintas lloran.

Desde muy pequeña adoro el cine. Mis padres no eran de los que me mandaban a la cama cuando proyectaban una película por las noches, aunque presentaran algún rombo, siempre y cuando no hubiera que madrugar al día siguiente, y por eso recuerdo desde pequeña haberme empapado de clásicos en blanco y negro de los que, probablemente no entendía la mitad pues su trama se escapaba a mis entendederas de niña, pero que ya me fascinaban por sus luces grises, sus escenas, y, por supuesto, por las interpretaciones de aquellas estrellas. Me llamaban poderosamente la atención los labios muy oscuros, teñidos de un carmín intenso, de bellezas como Rita Hayworth o Ava Gardner. Sufrí con la angustia de Susan Hayward en "¡Quiero vivir!", o me estremecí con aquella desquiciada Blanche DuBois/Janet Leigh de "Un tranvía llamado deseo". Y, entre tanta heroína, unos chicos guapos, algunos duros, como Marlon Brando, otros elegantes, como Cary Grant, otros con carita de bueno, como Gregory Peck, y otros, divertidos como Jimmy Stewart. Y, entre ellos, . con tus tremendos, apabullantes, casi inexistentes por imposibles ojos azules que, en el blanco y negro de aquellas noches del setenta y cuatro, se me aparecían como dos lagos transparentes.

Fuiste guapo, guapísimo, fuiste inteligente -te graduaste en Economía-, fuiste emprendedor -creaste tus negocios-, fuiste fiel -en la marabunta de Hollywood, casarse sólo dos veces y una de ellas durar con la misma esposa cincuenta años tiene mucho mérito, créeme, Paul-, fuiste un hombre que creía en la democracia, fuiste defensor de enfermos y desvalidos, fuiste un excelente actor, capaz de multitud de registros. Y fuiste el dueño del par de ojos más inmensamente azules que recuerdo de la historia del cine. Y mira que ya llevo vistas películas.

Siempre extrañaré los dos lagos que fueron tus ojos. Menos mal que me quedan tus películas para seguir nadando en ellos.

Descansa en paz, mi adorado Paul.



7 mordiscos a esta cereza:

Belén Peralta dijo...

¡Y qué difícil me ha sido hoy elegir la foto! Porque Paul está divino en todas, incluso en las de viejecito...

mia dijo...

Los astros no envejecen

iluminan o se apagan...

Le lloraremos juntas

y seremos tantas!

Gracias por la foto,

aunque creo que las

que le recordamos,

tendremos el ignoto

ricón para el adorado

Paul....Gracias a ti

por este post*******


♥♥♥besos♥♥♥

Luis Antonio dijo...

Aplaudo y comparto lo que has escrito. Se lo merece

Belén Peralta dijo...

Me alegra tanto encontrarme aquí con gente a la que le gustaba el maravilloso Paul... Será sin duda un actor inolvidable, de los que han llenado (y lo seguirán haciendo) las páginas históricas del cine.

Menos mal que nos quedarán sus películas.

Besos,

B.

Anónimo dijo...

ojos azules no llores, no llores ni te enamores...

© José A. Socorro-Noray dijo...

Excelente homenaje para un excelente actor y excelente ser humano.

Un beso

PS: A los poetas siempre nos quedará el Azul Paul Newman.

Belén Peralta dijo...

¡Qué bonito lo de "Azul Paul Newman"!

Lunática, Noray, os envío un fuerte beso de buenas noches.

B.

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