viernes, 8 de agosto de 2008

El ocho del ocho del ocho



El ocho es el título de una archiconocida novela de Katherine Neville que empecé a leer hace ya unos años y decidí dejar a finales del primer capítulo porque me pareció un tocho plúmbeo incapaz de ser digerido.

El ocho es, según he leído hoy en un artículo de Francisco Correal para Diario de Cádiz, "el infinito que se levanta de la siesta" (metáfora que me ha encantado, por cierto).

Para una disciplina que me apasiona tanto como es la música, el ocho es muy significativo, pues es el número de notas en la escala.

Ocho son los años que yo tenía cuando gané por primera vez un premio literario.

El ocho es el símbolo de algo que, en parte, nos da la vida, como es el oxígeno.

Ocho son las patas de algo que nos puede quitar, en algunos casos, la vida, como son las arañas.

El ocho es el símbolo de la prosperidad en China. Si se combinan tres ochos seguidos, entonces es la repera. Quizá por ello hoy se han casado en dicho país decenas de miles de personas, y otras miles de parturientas han querido adelantar mediante cesárea los nacimientos de sus vástagos.

Quizá también por ello, aunque en un principio se le asignó julio como mes para organizar los Juegos Olímpicos, China decidió que la fecha elegida sería el 8/8/08. Y, para más recochineo, la hora de comienzo de la ceremonia de inauguración de los mismos, serían las ocho y ocho minutos.

Independientemente de que China se pase por el arco del triunfo los derechos humanos, he de confesar que estoy siguiendo con mucho, muchísimo interés, todo lo que rodea los Juegos Olímpicos. Y es que siempre me ha encantado hacerlo. Aún guardo con mimo un álbum que regalaba Colacao allá al principio de la década de los ochenta, con motivo de la controvertida olimpiada de Moscú '80.

También, buceando más atrás en la memoria, recuerdo mis primeros Juegos en color, los de Montreal '76. Nuestra Telefunken fue la primera tele en color del bloque, y estábamos maravillados ante tanto colorido en unos juegos en los que jamás se me borrará de la memoria aquella chiquilla de cola de caballo llamada Nadia Comaneci. Alucinaba con ella, como lo hizo el resto del mundo. Me acuerdo incluso, yendo más atrás, de las evoluciones de Olga Korbut, o de las bastísimas atletas de Alemania del Este, que parecían rudos camioneros más que mujeres.

Sí, sé que China no respeta los derechos humanos, y otorgo todo mi apoyo al pueblo tibetano. También sé que han barrido barrios enteros para adecuar la ciudad a los Juegos, y que en muchos casos se han subido los alquileres a cifras astronómicas.

Pero nadie me ha quitado el gusto de ver íntegramente el plástico espectáculo diseñado por Zhang Yimou, ni me quitará el de disfrutar todo lo que pueda de las diferentes retransmisiones deportivas, especialmente de aquellas a las que casi nunca se les presta demasiada atención por parte de los medios. Y de disfrutar, ojalá, de los triunfos de Nadal, la selección de la ÑBA, las chicas de hockey, las de sincro, Almudena Cid, Paquillo, Cal, los chicos de waterpolo, los de balonmano, Gervasio Deferr, etc., etc., etc.

Me encantan las Olimpiadas, y, aunque me hubiera gustado mucho más que se hubieran celebrado en un país que sí respete realmente los derechos humanos y en el que no exista la censura... no puedo evitarlo.






7 mordiscos a esta cereza:

Anónimo dijo...

yo he perdido interés desde que era pequeño

mira lo que me hizo notar un amigo: fíjate en las palabras "noche" y "ocho" en otros idiomas, mira: eight-night, huit-nuit, acht-nacht, otto-notte

¿será la noche el despertar del infinito?

un beso

Belén Peralta dijo...

Amor y libertad... Sé que por desgracia, la tortura, los presos politicos, y las violaciones de derechos humanos no son parte, ni debieran serlo jamás, del espíritu olimpico. Pero me emociona seguir los juegos, ya no solamente por la competición deportiva en sí, que me parece apasionante, sino también por el espíritu de hermanamiento entre naciones. No tienes más que ver las imágenes de cada ceremonia de clausura, donde se ve a muchos atletas de diferentes países, llorando abrazados en su despedida.

Es muy curioso lo de la similitud entre el ocho y la noche. Habrá que analizarlo... :-)))

Gracias por pasarte por las cerezas. Un beso,

B.

Belén Peralta dijo...

Y lo de la noche el despertar del infinito, me ha encantado, que lo sepas...

B.

Anónimo dijo...

Genial tu comentario, como ya nos acostumbras. Claro que como gaditana que eres, se te ha olvidado, como diría la estupenda Paz Padilla, la rima más universal que tiene el ocho. (Permíteme, aunque sea muy temprano, poner un poco de picante y humor a la mañana). Por cierto, menos mal que no han inaugurado los juegos el 5 del 5 del 2005 a las 5, 55 y 55 seg. de la tarde, porque a buen seguro alguien de nuestra tierra le haría un cuplé. Y si no al tiempo con tanto ocho. Un abrazo.

Belén Peralta dijo...

Jejeje... la verdad es que sí, que tanto ocho junto suena "mu raro". Y si hubiera sido con el cinco... :-DDDDDDD

Mister Lombreeze dijo...

Veo que la greguería no ha muerto, Muy bueno lo del infinito que se levanta de la siesta.
amor y libertad, esa relación entre el ocho y la noche hay que estudiarla más a fondo.
Yo, que soy muy cinéfilo, soy más de 8 1/2...
Soy de los que opinan que pese a la dictadura china, asistir a las Olimpiadas puede beneficiar más que otra cosa al pueblo chino.
En la música clásica, la sinfonia 8 de Beethoven es la más "modesta" y la más humorística (con su metrónomo). Sin embargo la 8 de Mahler es la "De los mil".
Hay de todo.

Dolores Serrano Cueto (Lola) dijo...

Si, también el día que Rusia decide atacar a Georgia....

Estoy con el Tibet.

Saludos

Pd: tengo que corregirte lo de las notas de la escala, son siete, un número (por cierto) mágico en música, esa que te apasiona.

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