viernes, 9 de mayo de 2008

La muñeca







A Elizabeth y sus siete hijos, por el horror padecido. Y por el que les quedará para toda la vida.



Mi papá dice que soy su muñeca. Su muñeca bonita de grandes ojos claros y pelo rubio y suave. Mi papá dice que mi piel es también suave, y que por eso le gusta acariciármela, aunque a veces sube desde mis muslitos hasta otro sitio donde me hace un poquito de daño. Pero me ha dicho que me calle y que no le diga nada a mami, que es nuestro juego secreto.

Mi papá dice que soy su muñeca, y por eso, cuando sea mayor, me va a construir una casa que él dice que será el castillo de su princesa, y hasta que vamos a tener allí dentro una cocina, una cama y hasta varios bebés... aunque no estoy segura de si habrá algún osito. En algunos cuentos de los que me lee mi papi, son castillos con torres muy altas donde la princesita no puede salir porque está atrapada por una bruja mala que guarda la llave, pero yo sé que mi papá no va a permitir eso. Mi papá es muy bueno y no va a dejar que yo me quede encerrada para siempre. Mi papá es muy bueno, sí, y por eso ha inventado ese juego secreto que no debo compartir con nadie, ni siquiera con mami, aunque a veces me entran ganas de contarle un poquito.

Mi papá dice que no hay otra muñeca más bonita que yo, y que me quiere mucho. Por eso no entiendo cuando a veces me hace cosas que no me gustan demasiado, y empiezo a quejarme, y las lágrimas me empiezan a correr por la carita, y entonces se vuelve como loco, y empieza a hacerlo todo mucho más rápido, y parece que cuanto más daño me hace, mejor se lo está pasando.

Pero eso es imposible, porque como soy la muñeca de mi papá, y sé que me quiere mucho, también sé que él no disfrutaría con eso.

8 mordiscos a esta cereza:

ybris dijo...

Bella dedicatoria a las víctimas de lo sencillamente incomprensible.
Supera toda mi capacidad de comprensión, de asombro y de indignación.
Como dice quien sabía de eso, más les valdría colgarse una piedra de molino del cuello y arrojarse a lo más profundo del mar.

Sólo de pensar que eso exista o pueda existir me pone enfermo.

Besos

Anónimo dijo...

Estremecedor...

Belén Peralta dijo...

Ybris, como siempre, un acertadísimo comentario. Me alegro mucho de que te haya gustado.

Y apoyo la moción de la piedra de molino, sin dudarlo.

Nean, ¿qué decirte? Tenía ganas de afrontar este tema de los abusos a los niños, y, aunque ya lo hice casi al principio de poner en marcha este blog, ahora lo quería enfocar desde el punto de vista de Elizabeth, que alguna vez fue una muñeca inocente de pocos años. Aunque ahora, con 42 años, y a pesar de los abusos, y a pesar de lo vivido, sigue siendo más inocente si cabe.

Estremecedor es ver en el asqueroso zulo donde ella y sus tres hijos fueron enterrados en vida, un pequeño elefante de plástico o la pegatina de un pulpo azul adherida a un azulejo. De verdad que la visión de esas pequeñas cosas cotidianas, esos pequeños entretenimientos para los niños dentro del horror de esa cárcel, estremece mucho más que todo lo que yo pueda escribir aquí.

Gracias por vuestros comentarios. Un fuerte abrazo.

B.

Luis Antonio dijo...

Me ha impresionado mucho tu relato. Tienes una gran capacidad de empatía y una facilidad de comunicación sorprendentes. Enhorabuena y sigue. Un abrazo

Wilma dijo...

Como dijo Neander... estremecedor y por desgracia no es un tema de ficción.

Belén Peralta dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Luis Antonio, te prometo que me has abrumado un poco. Me alegro de que te haya llegado de la forma tal y como yo pretendía que lo hiciera.

Lo mismo te digo, mi querida Wilma. Y sí, es una absoluta desgracia que no sea un tema de ficción. Muchas veces la realidad supera a la ficción, como suele decirse, y en el caso de este odioso y despreciable tiparraco, más aún.

Doctor Krapp dijo...

Excelso texto.
Me resulta repugnante el tratamiento que los medios dan a este tema buscando el morbo de los ciudadanos. Quizás el escándalo y el morbo sea una forma de liberación de la culpa de saber que abismos insondables anidan en el interior de nosotros.

Belén Peralta dijo...

Doctor, estaba orgullosa del relato, porque me quise meter en la piel de la niña (de Elizabeth y de tantas niñas y niños, a la vez), y creí que lo había conseguido. Pero al decirme excelso, que ese piropo venga de ti, me abruma muchísimo, te lo digo de corazón.

Bueno, ya me conoces y sabes que digo la verdad. Me alegra porque ha sido en mi pequeño homenaje a estas víctimas inocentes.

Gracias, gracias, gracias...

B.

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