domingo, 12 de agosto de 2007

Mucho daño


Le hicieron mucho daño. A ella le hicieron mucho daño, sí. Era vulnerable, frágil, sensible. Le hería emocionalmente un aria de ópera, por su extraordinaria belleza. No soportaba el llanto de un niño, por su crueldad, ni tan siquiera su risa, porque le podía estallar el corazón de tanto gozo, porque imaginaba a sus propios hijos riéndose y tanto amor le dolía. Sangraba su alma cuando sabía de una injusticia, cuando aplastaban al más débil, cuando atacaban al otro por ser diferente. Apretaba los puños porque no se atrevía a gritar y se tragaba miles de lágrimas, hasta que su cuerpo se inundaba de agua y sal y le salían por los lacrimales y recorrían sus mejillas. Todo su cuerpo inundado de pena no podía más.

Alguien se atrevió a hacerle mucho daño. También –y precisamente por eso- a sembrarle un camino de ilusiones, una vereda de ternura, a construirle una torre de sueños donde ella esperaría, como Rapunzel, a que llegara y le ayudara a descender de esa torre de ensoñaciones para trasladarla a otra de las realidades aliñada de un poquito de amor. Porque ya se sabe que el día a día es duro, sí, pero si se adoba con cariño, pasión y besos, sabe mucho mejor.

Le mintieron y le hicieron mucho daño. Se burlaron de ella y le hicieron mucho daño, aunque ella no lo supo hasta bastante tiempo después. La protegieron con brazos fuertes, poderosos. La hicieron partícipe de mil y una historias cotidianas, de deseos, de sueños, de proyectos, de viajes por llegar. La amaron aun en la distancia, la cortejaron con dulces palabras que ella jamás había tenido el placer de degustarlas antes, la coronaron con epítetos maravillosos que la hicieron reina por un día, y por dos, y por tres, y por una semana, y por cinco, y por un mes, y por cuatro, y por siete… Los días pasaban y, a medida que la mentira crecía y crecía, más daño le estaban haciendo. Y ella seguía en su torre, vislumbrando un futuro lleno de amor y de ilusión. Como Rapunzel.

La otra tarde vi que habían crecido unas hierbecitas entre las rendijas del empedrado debajo de un árbol. Habían caído algunas semillas entre aquellas rajitas y, gracias a la acción de la lluvia, tímidamente aparecían unos tallitos que querían crecer, a pesar de las circunstancias adversas. Igualmente, también frente a las circunstancias adversas, creció aquella mentira inmensa que englobó tantos embustes juntos y que le provocaron tanto daño. Tanto que, a fecha de hoy, aun cuando ya todo pasó hace un tiempo, de vez en cuando, al escuchar alguna canción de jazz, ella se pone triste y piensa en cómo puede ser posible que alguien, conscientemente, sea capaz de hacer tanto daño. Mucho daño, sí.

9 mordiscos a esta cereza:

Anónimo dijo...

Hay mucha gente enferma cariño, gente a la que sólo le importan ellos mismos, ánimo.

Besos

c-austral dijo...

A VECES LA LLUVIA PEGA FUERTE EN LA CARA OTRAS VECES SE DAÑA EL CORAZON MAS SIEMPRE SALE EL SOL ...
UMMMM SERA CIERTO ESO VAPPP ME QUEDE PENSANDO BIEN MEJOR ME VOY SUERTE EN TODO

Belén Peralta dijo...

Muchas gracias por vuestras palabras, que me reconfortan e intentan animarme.

Sí, puede que haya gente enferma y a la que le guste hacer daño intencionadamente... Es bueno que tengan esa excusa de la enfermedad, porque si no, no alcanzaría a comprender su maldad, de verdad. En el fondo, creo que no son siquiera conscientes de ese daño que provocan. Es como un divertimento para ellos, sin calibrar que los demás que le rodean tienen sentimientos.

He pasado ya muchas páginas de esta triste historia, pero los recuerdos de muchas promesas, de planes y palabras hermosas que quedaron ahí, son demasiado fuertes como para borrarlos de raíz. Sí, es bastante complicado... aunque imagino que lo iré superando poco a poco.

Gracias, y os mando un abrazo y mil besos.

B.

Doctor Krapp dijo...

Hay que cerrarle las puertas a la melaconcolía,Guinda. La melancolía es un triunfo para el agresor que al final lo único que quiere es generar un sentimiento de poder con respecto a la persona a la que agrede. El poder y sólo la sensación de poder puede justificar las agresiones y mentiras de índole sentimental.

Belén Peralta dijo...

Doctorcito, muchas gracias por su sabio diagnóstico. Me encantaría ser tan fuerte como usted y poseer esa capacidad de análisis; para mí sería todo un triunfo desprenderme de subjetividad y, cargada de fortaleza, poder darle un buen puntapié a todo lo que me ha pasado (y al desgraciado que me ha hecho tanto, tanto daño, y conscientemente), y darle carpetazo a esta melancolía que me ofusca, me ciega y embota mis musas. Sabe que hace tiempo que estoy bloqueada, y toda la inspiración que me proporcionaba el querer y el saberme (creerme) querida, hacía que mi cabeza y mis manos destilaran relatos, poesías y textos en definitiva cargados de amor y deseo. Pero la maldad cumplió su función, y, entre eso, y aquellos que me hundieron con mentiras y calumnias, supieron lastimarme tanto que de momento no puedo, no puedo, no puedo...

Ojalá supiera ser tan fuerte como es usted. Gracias por ser mi apoyo, y no se imagina usted cuánto.

Besos,

B.

Doctor Krapp dijo...

Por una vez y sin que sirva de precedente le recomiendo en su blog, algo relacionado con el mio, es decir mi última entrada. Un viejo tango cantado por la gran Susana Rinaldi. Quizás le ayude en algo a pesar de su contenido profundamente triste.

Belén Peralta dijo...

¡Ya sé! Llegó la hora de archivar el corazón...
De hacer con la ilusión, que no me va a servir
un lindo paquetito con una cinta azul,
guardarlo en el baúl y no volverlo a abrir...
Es hora de matar los sueños,
es hora de inventar coraje
para iniciar un largo viaje
por un gris paisaje...
¡sin amor!

Voy a aprender a llorar sin sufrir,
sin detenerme a mirar una flor,
a encallecer lentamente
¡igual que la gente sin alma y sin voz!
Voy a entender que se puede morir,
y latir... al compás del reloj;
como una máquina fiel
igual que un robot...
¡sin piel!

Después de haber sentido hasta el dolor.. a los demás,
de darme sin medir, de amar sin calcular,
llegó la indiferencia metiéndose en mi piel
pacientemente cruel, ¡matando mi verdad!
Saber que no me importa nada...
de alguna vibración pasada;
y caminar narcotizado
por un mundo helado...
¡sin amor!



Piano, bandoneón, violín... y la voz de la maravillosa Susana Rinaldi. Emocionante. Pero aún más que se haya atrevido (léase en cursiva, por favor) a recomendarme algo de su blog en el mío. Pues vaya honor, sí señor. Me hacen falta más recomendaciones como ésta. Es más, las exijo.

Mil gracias, doctor, por su magnífica receta de hoy.

B.

Raquel dijo...

Acabo de recordar algo que oi hace poco.

"La primera vez que me engañes la culpa será tuya. La segunda vez que me engañes la culpa será mía."

No dejes que te engañen de nuevo, Guindita.

Mucho ánimo y besos.

Belén Peralta dijo...

Raquel, nena, tú me entiendes perfectamente y por eso te pones en mi lugar y me mandas esos ánimos. Unos ánimos que recojo como esas hierbecitas en el empedrado recogieron la vivificadora agua de lluvia. Ya todo pasó pero de vez en cuando vienen algunos recuerdos a removerlo todo... Menos mal que existe gente maravillosa como tú para dulcificarlo todo.

Para la próxima, esta Guinda estará mucho más alerta.

Gracias por tus ánimos y tus palabras, nena.

B.

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